El 1 de junio el presidente Bukele exhortó en su discurso que, ya quitó el cáncer de las pandillas, ahora le toca apostarle a un grave problema, lo económico. Es importante analizar cómo han hecho otros países para salir adelante, una cuestión es apostarle a la educación, pero si la educación no tiene una economía estable ningún país podrá salir adelante.

Debemos ser realistas que, para que El Salvador pueda estabilizarse económicamente, debe de tener un PIB más elevado, debe de estar sin deudas o préstamos internacionales. Se aclara que esos préstamos internacionales fueron heredados. Según Carlos Acevedo, expresidente del Banco Central de Reserva, exhortó: “El economista indicó que el repunte en la dinámica en actividad económica responde al nuevo entorno de seguridad, aunque no descartó que existan “claroscuros” debido a la misma medida. En los niveles de crecimiento del PIB de 2023 también influyó el turismo, acotó Acevedo”.

Un duro golpe a la economía fuera si se elevara el salario mínimo, de seguro el sector agropecuario colapsaría. Primeramente, por la mano de obra más cara y segundo por el alto costo de los insumos. Solamente el agricultor que pone a trabajar a toda su familia, desde niños hasta ancianos, podrá sembrar su terreno.

La economía de El Salvador se basa en una estructura mixta en los sectores servicio, industria y agrícola. Los call center, empresas textileras y otros rubros son las que brindan muchas plazas laborales. Con respecto al sector agrícola, lo vuelvo a manifestar, no somos ni capaces de producir sosteniblemente nuestros propios alimentos. Muchos se tienen que importar. Así no mejorará la economía.

¿Cómo saldrá de la pobreza los salvadoreños? Algunos analistas manifiestan que podría aumentarse el IVA, que el sueldo mínimo debe aumentarse. Sin embargo, si el sueldo mínimo aumenta, todo se va para arriba. Es un engranaje en donde todos los sectores del país entrar a lo que le llama la estira y encoge de la oferta y demanda. Para reactivar la economía se necesita que se erradique la los lujos en los poderes del estado y otras instituciones, que el erario que se tiene sea bien distribuido para construir hospitales y escuelas. No debe de haber despilfarros y que se aplique la política de austeridad.

Si el gobierno aumenta el IVA se obtiene más ganancias, más impuestos; sin embargo, no somos un país de primer mundo para soportar las carencias de los productos, especialmente los de la canasta básica. Somos, por desgracia, país de tercer mundo, si no fuese por las remesas, estaríamos en peores condiciones.

Recordemos que, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) se calcula en tres aspectos: la educación, salud y el ingreso nacional bruto per cápita. Acá partamos que hay pobreza y en esos niveles de pobreza se divide en pobreza absoluta y pobreza relativa. Cuando se habla de pobreza absoluta es cuando un habitante no tiene cubierta las necesidades básicas, tal como se lee en el diagrama de Abraham Maslow, alimentación, vivienda y vestido. Imaginémonos cómo hace una familia de seis miembros viviendo con el salario mínimo.

Con respecto a la pobreza relativa es cuando las personas se encuentran en desventaja respecto a otras personas del mismo entorno con relación al ámbito económico y social. Hemos estado tan mal que se hacen esfuerzos para sacar de la desnutrición a muchas personas, especialmente a los niños. Ese es un indicativo de pobreza.

Un ciudadano estará bien cuando tenga la canasta básica completa, cuando no le falte nada. En El Salvador hay más de 1.9 millones de pobres (27.2%), los cuales a diario luchan para poder tener lo básico. Además, el 69% de los salvadoreños trabajan en el comercio informal, siendo una fortaleza para la economía. Los problemas que aquejan a El Salvador son: la inflación, desempleo, pobreza, el bajo crecimiento económico y la desigualdad. Todos deben de erradicarse a corto o a largo plazo.

Cada país, cada gobernante, debe de recordarse que se deben cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente el número 1, el cual habla sobre acabar con la pobreza a nivel mundial. El Salvador será un país diferente cuando se acabe la corrupción, cuando los inversionistas vean al país como un lugar para hacer negocios y cuando cada salvadoreño tenga calidad de vida. Para finalizar, este gobierno heredó una deuda externa alta, menudo problema para poder resolverlo.

Fidel López Eguizábal es docente investigador Universidad Francisco Gavidia
flopez@ufg.edu.sv