Hace ya algunos años leí por curiosidad “Historia de la estupidez humana” de Paul Tabori. Mucho de su contenido lo he olvidado, pero recuerdo anécdotas que aún me persiguen. Por ejemplo, en la Edad Media, si un perro mordía a un transeúnte, se le seguía un juicio y si lo encontraban culpable lo condenaban a morir ahogado encerrado en una bolsa, que se tiraba al río. En Inglaterra a la mujer considerada hechicera, (todas son hechiceras por fortuna, pero no las matamos) las desnudaban, las metían en una bolsa de algodón junto a serpientes venenosas y la arrojaban al Támesis. Y así, miles de anécdotas documentadas por el autor, que nos indica lo poco que hemos variado con respecto a la estupidez de nuestros antepasados.

Viene al caso la narración de estas curiosas conductas del ser humano a través de su evolución, porque aunque no lancemos a las hechiceras a los ríos o a las aguas del mar (aunque algunas parecieron que bien se lo merecen, y no hago alusión alguna sobre la Copresidenta de Nicaragua) por sus vestimentas, abalorios, invocaciones, ni se sacrifiquen mascotas malhumoradas que muerdan al cartero o al delivery de Amazon, no estamos en una época que difiera mucho del comportamiento de nuestros semejantes asentados en la Edad Media.

Por ejemplo, la sentencia dictada recientemente contra la líder política francesa Marine Le Pen inhabilitada por cinco años para optar a cualquier cargo de elección popular, pareciera estar cargada más de una inhabilitación política que de un contenido jurídico, aunque la acusación es muy grave.

En el fondo lo que sucede es que todo hecho humano o social genera una postura política que se simplificó en lo que se conocía como derecha o izquierda con sus innumerables matices. En realidad, no logro entender cómo tan hermética definición del impulso humano pudo haber resistido tanto tiempo en el hecho social; que desembocó en persecuciones, dictaduras, guerras, violaciones de derecho humanos, pogroms, exilios, presidio, atraso y miseria en todas sus expresiones.

Si se quiere, sin mayor esfuerzo intelectual, se simplificó en el comunismo versus el capitalismo, liberales y conservadores, estatismo o libre Mercado, democracia o dictadura ideológica, religiosa, racial o monetaria. Todo ese estrecho y antinatural postura humana de ver y actuar en el mundo se vino abajo. Así, de repente, en muy pocas décadas, a pesar que se fue gestando desde la Edad de Hierro; hasta que apareció la computadora, los viajes a la luna, el wifi, las redes y todo lo que de allí se aceleró hasta desembocar en la Inteligencia Artificial y lo que está tras ella.

Pero la estupidez humana continúa allí, perseverante, aferrada a su razón de ser, desde el movimiento Woke hasta el aún existente pero moribundo partido político español de Podemos, tenido por algunos como una filial del chavismo venezolano en España, que logró descentralizar, dispersar los objetivos existenciales de la nación española, aunque por fortuna, como siempre sucede, dos mujeres dan la batalla por la continuidad del gentilicio como los son la diputada Cayetana Alvarez de Toledo e Isabel Dìaz Ayuso, Presidenta de la Comunidad de Madrid, quien debería ser la pròxima Presidenta de España, antes que se fracture esa nación en la nada del wokismo en su más amplia interpretación, que conlleva una altísima dosis de frivolidad.

Frivolidad o estupidez que, con la crisis política, institucional, fiscal moral existente, la nota del día es el bikini con el que se bañó recientemente en las aguas marítimas uruguayas, la princesa Leonor de España, en un alto del buque escuela de velas Juan Sebatián Elcano, de cuatro mástiles construido en 1927 que transporta cadetes de la marina española en un viaje de instrucción que dura siete meses y toca, en la actualidad, varios puertos de la América Hispana.

Pues nuestra admirada princesa cumpliendo su formación militar, es una más de los setenta cadetes y como tal se comporta y es tratada. Y hete aquí, que ahora es portada de los diarios y revistas de la península. El precio del bikini (77 euros), dónde se fabricó (Barcelona) y el público que lo adquiere. Que sí debió bañarse en bikini, que si la Casa Real.

Dejenla en paz, se ha ganado el respeto de su pueblo a su corta edad (19) por su sencillez y presencia. Quizá deberían preocuparse más los españoles por las andanzas económicas de la señora Begoña Gómez, la esposa de Pedro Sanchez, que del uso de un bikini en una playa de Montevideo de una joven con sus compañeros de formación militar integral.

Este reciente hecho, me trajo a la memoria la visita oficial que hizo el Presidente Hassan Rouhani de Irán a Italia en enero del 2016, para encontrarse con su homólogo italiano el joven Matteo Renzi, antiguo y exitoso alcalde de la ciudad de Florencia.

Lo cierto es que para esa ocasión alguien ordenó cubrir todas las estatuas que se mostraban desnudas, por donde pasaría el presidente iraní en sus actos protocolares. Lo tomé como un chiste y así me comunique con una amiga periodista radicada en Roma para preguntarle si era un chiste, y me respondió que no, que fue cierto y que toda Italia cree que se ha hizo el ridículo y más que enojados, se encuentran sorprendidos, tomándose a chanza y deleite de los caricaturistas que surgieron de forma natural en todos los medios.

Así, la Venus capitolina ubicada en el Palacio Chigi (Casa de gobierno) fue con pudicia cubierta en su totalidad con paneles pintados de blanco; además de los guerreros, davides, y dioses mitológicos tan proclives ellos a los juegos eróticos con mortales y divinidades. Todas, obras anteriores al siglo I de nuestra era, que conforman parte de la historia y del patrimonio de la humanidad. Hasta el corcel del emperador Marco Aurelio hubo de ser reubicado dado el tamaño de sus testículos o criadillas como se les llama en el campo, porque a sus pies (los del caballo) se firmaron diferentes acuerdos, sobre todo económicos, y no se podía ofender al acaudalado visitante.

Parece divertido, pero en el fondo abate el espíritu y genera desconcierto que en la cuna del Derecho romano, de Virgilio, el Dante, Bocaccio, Miguel Angel y... todo lo que representa el Renacimiento para la civilización occidental, Roma se haya arrodillado ante ante la intolerancia islámica, renegando de su cultura y dignidad.

Con razón Oriana Fallaci decidió exiliarse en Nueva York, perseguida como estaba por su propio país, al denunciar la complicidad, cobardía o comodidad de los dirigentes de su patria que han permitido la invasión islámica en su estudiada ocupación. No es de extrañar que Italia sucumbiera, quizá por falta de los atributos del caballo de Marco Aurelio, al constatarse repetición de hechos como el ocurrido en Florencia, cuando en ocasión de una magnífica exposición de arte religioso del siglo XX en el Palazzo Scorzzi, el Director de un colegio se negó a llevar a sus alumnos porque se exhibía la obra de Marc Chagal, la “Crucifixión”, y consideró que ese cuadro podría molestar a sus alumnos musulmanes.

Es posible que, como ironizó Fernando Savater, Matteo Renzi habría dicho: ”Estamos dispuestos a tapar el caballo entero con tal que dejen un cheque”. Puede ser práctico, pero fue una estupidez.