Los obispos de América Central reunidos en la Asamblea Ordinaria del Secretariado Episcopal de América Central (Sedac), celebrada en Honduras, manifestaron su preocupación por los proyectos de minería en la región y la criminalización contra ambientalistas.

“Existe una explotación desenfrenada, que va dejando una estela de dilapidación e incluso la muerte por toda nuestra región”, advirtieron los representantes de la Iglesia católica que se reunieron en Valle de los Ángeles, Honduras.

“Nos duele el clamor de las comunidades y de las demás criaturas heridas por el avance del extractivismo depredador, especialmente de la minería, que devasta, contamina, secuestra el agua y restringe el acceso a los bienes comunes, se apropia de los territorios, sacrifica los modos de vida de las comunidades y se impone como la única alternativa posible”, leyó el comunicado el arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar.

En el mensaje, fue acompañado de monseñor Rafael Urrutia, canciller del Arzobispado de San Salvador y el presbítero Edwin Henríquez, vicario episcopal de Promoción Humana.

Los obispos agregaron a su preocupación las agresiones que han sufrido ambientalistas en la región centroamericana. “Nos duele el luto por los numerosos líderes socioambientales que han sido asesinados, criminalizados, calumniados o forzados a huir por las amenazas que enfrentan al defender a sus comunidades”, indicaron los obispos.

En el comunicado, también expresan su compromiso hacia los jóvenes y plantean que la “verdadera educación” busca la “formación de las personas humanas en orden a su fin último y al bien de la sociedad”

Observando que se está a punto de iniciar el tiempo de Adviento y de concluir el Año Jubilar, los líderes religiosos calificaron los tiempos actuales como conflictivos y manifestaron entre sus preocupaciones que se “superen los obstáculos y se fortalezcan los valores democráticos de libertad, paz y justicia, en pleno respeto a la dignidad de todas las personas”.

También expresaron su preocupación por el fenómeno de la migración forzada. “La iglesia expresa su cercanía tanto a quienes salen de nuestros países como a quienes llegal, sin olvidar la migración interna dentro de las naciones que tanto influye en la vida de nuestros hermanos. No olvidamos a quienes ya están instalados en otros lugares, donde aportan su trabajo pero sufren incertidumbre o rechazo”, expresaron, en clara alusión a las políticas antimigrantes.