El académico, luego de hacer un resumen sobre los problemas en la educación superior en El Salvador, celebra algunas nuevas disposiciones en el proyecto oficial de Ley de Educación Superior, como el cambio al modelo de créditos académicos, algo que favorece la internacionalización de los estudiantes salvadoreños, pero señala que el proyecto se quedó corto en otros temas. ¿Cuáles? Aquí nos explica.
¿Cuáles son los principales problemas en la educación superior de El Salvador?
La creación de una nueva ley es un tema coyuntural que se debe aprovechar para pensar el futuro, para resolver problemas y desafíos. Tenemos varios problemas: el desarrollo científico sigue siendo limitado, en materia de patentes, publicaciones, en todos los indicadores estamos muy atrás. El segundo problema es mejorar y dignificar la docencia universitaria, que se ha transformado en un refugio del desempleo, esto no se puede generalizar, hay excepciones, pero sí creo que es otro de los grandes problemas a resolver. Esto la nueva ley intenta corregir pero se queda muy corta.
El tercer problema es laboratorios, infraestructura, tenemos un rezago bastante significativo. El cuarto es el acceso y matrícula, la matrícula en educación superior es muy baja, representa menos del 30 %, ahí hay muchas barreras, problemas que vienen de niveles anteriores.
Hay muchos desequilibrios financieros internos a veces con visión mercantilista, teniendo una educación superior a veces que es más barata que un kínder. El último problema es quizás la Universidad de El Salvador (UES), su financiamiento, la baja inversión que hay en la universidad estatal y que afecta otras áreas académicas y científicas. Por último, pondría sobre la mesa los aspectos organizativos de la educación superior, representa un desafío.
¿Por qué cree que esta ley no va a provocar mayores cambios en el sistema educativo?
Porque fue muy tímida. Para empezar, esta ley se construyó desde dos núcleos, un núcleo que fue la discusión entre rectores, que básicamente intentaron proteger el sistema y no impulsar cambios muy agresivos y, por otro lado, hubo una propuesta del sector académico que no son rectores, que a mí me tocó dirigir, hicimos una propuesta de ley. No se consultó mucho el sector privado, que es clave, también tiene una perspectiva importante en los diversos sectores, ingenierías, arquitecturas, comunicaciones, comercio, etcétera.
Se hicieron ajustes a una escala de no incomodar mucho, se mejoraron algunas cosas específicas, algunas mejoras eran necesarias como por ejemplo el cambio de unidades valorativas a crédito académico pero otras reformas fueron un poco tímidas.
¿Usted participó en la redacción del proyecto?
En uno de los proyectos, exactamente.
¿Podría decir cuáles propuestas suyas se han descartado?
Lo que se hizo fue suavizar muchas de las propuestas, no se descartaron. Había propuestas técnicas, por ejemplo, el cambio de unidades valorativas a créditos, yo también incluí un sistema de evaluación de una métrica distinta como el de Estados Unidos, con letras; propuse la creación de la Asociación Salvadoreña de la Ciencia, eso también se eliminó. Fueron cosas un poco sui generis las que se eliminaron.
Las que quedaron se suavizaron un poco, por ejemplo, la inversión en investigación, yo manejaba entre 5 y 10 % de los presupuestos para investigación, se bajó a 5 % porque la anterior no tenía ningún porcentaje de presupuesto.
El piso de la hora clase (para los docentes) se propone 3 % de salario mínimo para pregrado y 10 % de salario mínimo para posgrado, normalmente las universidades estaban pagando de $6 a $8 la hora clase; con esta nueva modalidad pasan a pagar $10.9 en pregrado, $36 en posgrado, creo que eso dignifica y eleva la posibilidad de hacer mejores contrataciones.
Una de las cosas que peleé bastante y no logré fue el tema de la acreditación voluntaria. Yo creo que no es bueno porque eso es una decisión voluntaria de la institución de querer mejorar la calidad, creo que terminarían todas acreditadas sean buenas o no tan buenas.
El Plan de Becas aparece, lo habíamos propuesto por cuotas en función de la matrícula, eso se quitó y quedó como plan de becas pero sin dientes, sin cuotas. El derecho de los estudiantes con discapacidad, eso es bueno. Hay avances pequeños en ciertas áreas pero quizás nos quedamos cortos.
¿Cómo ve el papel de la Universidad de El Salvador (UES) en la ley?
Por un lado, la UES tiene su propia Ley Orgánica, esta ley se orientó más desde su creación inicial, cuando se hizo la Ley de las universidades privadas en el año 1965, fue por la UCA (Universidad Centroamericana José Simeón Cañas), después con las reformas de 1995 y 1997 se creó esta ley y, pese a que la UES tiene su propia ley, creo que es un poco invisible en esta ley, considerando que la UES es una universidad matricial dentro del sistema de educación superior, me hubiese gustado poner un artículo en donde se consignara un porcentaje del presupuesto como existe en otros países. Con una descripción un poco débil y dejarla sometida bajo la Corte de Cuentas y bajo el Ministerio de Educación, que de hecho así funciona pero creo que es poco visible su relevancia.
¿Cuál es la ventaja de establecer créditos académicos en lugar de unidades valorativas?
En Estados Unidos, Europa, se maneja crédito, aquí nosotros manejábamos unidades valorativas, que es algo que casi nadie entendía sobre todo cuando había movilidad, intercambios, eso es muy positivo para movilidad y la internacionalización de nuestros estudiantes salvadoreños.
¿Cree que es inconveniente exigir un mínimo de experiencia a los docentes?
Creo que se extralimitaron con cinco y ocho años porque eso limita a muchos jóvenes que tienen interés, habría que ver si consideran las instructorías como experiencia, porque, si no, un graduado joven, que viene de escuchar un máster con 24 o 25 años, no podría dar clases hasta lograr esa experiencia, la pregunta es cómo si no puede dar clases por no tenerla. Eso siempre es un tema ambiguo.
¿Qué cree que se está pensando en hacer con los institutos tecnológicos, por qué se les cambia la figura a institutos especializados?
Lo que hicieron es incluirlos en la categoría de institutos especializados; en mi opinión, no es correcto, yo creo que hay que darle visibilidad a los institutos tecnológicos porque son importantes para el tema de desarrollo productivo del país. Es un tema conceptual pero a mí me hubiese gustado dejarlos más visibles.
¿Quién es? Óscar Picardo es director del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia. Es licenciado en filosofía Universidad de Valencia con maestría en educación University of Lousville, tiene un posgrado en finanzas educativas en Harvard, y una maestría y doctorado en sociedad de información de la Universidad Oberta de Catalunya. Ha sido catedrático universitario, fue asesor del Ministerio de Educación.