La condena a ocho policías por la ejecución de cuatro personas en Zaragoza en 2016, es un precedente ejemplar para la justicia salvadoreña. La ciudadanía necesita confiar en sus agentes que deben estar apegados a los más altos valores de respeto de los derechos humanos y hechos como éste no pueden quedarse impunes.

La Policía Nacional Civil debe estar en constante depuración. Mantener en sus filas a los agentes con los más altos estándares para que se comporten correctamente. Es claro que la tentación de la venganza es natural, sobre todo cuando los policías son víctimas de los recurrentes ataques de pandilleros, pero es injustificable una ejecución extrajudicial.

Este hecho es particularmente grave, porque los agentes inventaron un tiroteo inexistente -fraude procesal- y terminaron ejecutando a tres pandilleros del barrio 18 y un jornalero.

Según la decisión judicial, los policías tuvieron una conducta dolosa y una intención homicida, pues desde que ingresaron a la casa en Villas de Zaragoza, buscaron asesinar a las víctimas.

Las autoridades de Seguridad deben ser rigurosas con su personal que deben cumplir su labor de proteger a la ciudadanía, pero en ningún momento abusar de una autoridad que el Estado les ha delegado.