El agente del extinto Grupo de Reacción Policial (GRP), Juan Antonio Linares Flores, quien estaba de comandante de guardia la madrugada del 29 de diciembre del año 2017, expuso al juez Sexto de Instrucción, cómo Juan Josué Castillo Arévalo, de indicativo “Samurai” se les escapó a las 4:40 a.m.

“Samurai”, tras haber huido con la patrulla, llevando a bordo a la agente Carla Mayarí Ayala Palacios, a quien había herido de bala, cerca de la residencial La Gloria, regresó a la sede de la unidad élite para entregar las llaves del vehículo policial y pese a que el jefe de esa unidad, el subcomisionado Julio César Flores Castro, ordenó montar un dispositivo para capturarlo, ante una eventual llegada, el oficial de servicio y clase de servicio, así como el resto de agentes, no lo hicieron y cuando “Samurai” ingresó los halló dormidos.

Cuando Linares los alertó sobre la presencia de Castillo Arévalo, nadie le respondió y reaccionaron hasta cuando ya estaba cerca del portón de salida; en ese lugar, el oficial de servicio, Pablo Antonio Estrada Villalobos, lo alcanzó a agarrar del brazo, pero se le escapó, así lo narra en su declaración Linares Flores. Este es su testimonio:

A mí me despiertan a las 4:00 a.m., para entregarme el turno de comandante de guardia, yo hice turno de 4:00 a 5:00 a.m., pero el que me entregó a mí me dijo que se había dado un problema como un accidente, no me dijo claramente lo que pasaba; que a un compañero se le había ido un balazo.

Unos compañeros que habían salido eran Wilfredo Deras Hernández y Ovidio Antonio Pacheco, pero en esa comisión se les agrega el señor que, supuestamente, lesionó a la muchacha.

Él después regresó pero solo a tirarme la llave. Cuando yo recibí el turno no había nada, solo estaba la cinta amarilla y el charco de sangre, estaba acordonado y había personal de asuntos internos. El turno de comandante de guardia es administrativo, le toca a uno estar cerrando libros y acababa de salir una comisión a traslado de valores y le estaba poniendo entrada, cuando de repente oí: “¡Guardia, guardia!”, pero nunca me esperaba que fuera el compañero ese que se había ido con la patrulla. Eso fue cabal a las 4:40 a.m.,ya casi iba a entregar turno.



Llegó Juan Josué y me dijo: “¡Guardia, guardia! aquí está la llave del patrulla”, llegó caminando a la altura del portón a unos cuatro o cinco metros de distancia y yo salí y le dije: -¿Qué pasó?-“Aquí está la llave que falta”, dijo.

A todo esto yo me esperaba que los compañeros que estaban, eran dos equipos al mando del señor Pablo Antonio Estrada Villalobos, que era el clase de servicio Carlos Humberto Ventura Martínez, los otros dos si no los vi, pero yo esperaba que ellos llegaran. Tenía que haber uno en la flecha, yo esperaba que llegaran en el momento, porque se estuvo más o menos de tres a cinco segundos. El compañero que me estaba acompañando que era el encargado del perimetral tenía función de bodeguero también, y a esa hora ya estaban entregando armas a los que viven aquí, era José Antonio Pérez Pineda.

Castillo llega, me tira las llaves y me dice: “Ma, yo ya no pertenezco al grupo”, pero yo viendo que nadie llegaba, cuando dio la vuelta él, empecé a perifonearle por medio de red pero nadie me contestaba, ellos aquí arriba estaban; de repente iba Pérez Pineda alertando por radio a los que estaban, supuestamente, pendientes que viniera él, porque la orden bien clara se la dio el jefe.

Yo vi que pasaron en carrera y lo lograron alcanzar más o menos a unos 15 metros de aquí del portón, no sé si se han fijado, ahí hay una cámara; yo no creo que esa cámara no haya captado nada. Cuando vi que salieron todos, yo salí al portón, irme detrás no podía, porque las funciones del comandante de guardia es estar aquí. Yo de acá, nomás escuché unos disparos, como de tres a cuatro balazos que se oyeron de 5.56 milímetros, lo que yo pensé fue: “Le dieron”, pero no, supuestamente no lo lograron agarrar, se les sube a un carro que lo estaba esperando.

Yo lo más que los vi fue 15 a 20 metros que ellos lo lograron alcanzar, que era el señor oficial Pablo Antonio Estrada Villalobos, el sargento Carlos Humberto Ventura Martínez y los otros dos acompañantes que tenían ellos, lo lograron apretar del brazo. En ese momento que él llegó, el que estaba encargado de la perimetral era José Antonio Pérez Pineda; los demás estaban descansando.

En ningún momento hemos querido que él escapara, él andaba de short, una camisa sport y unas chancletas.