Haruka Kido dijo que ha tenido que disciplinar para que los niños puedan aprender.


Su vocación de enseñanza la trajo desde Japón a El Salvador para compartir con un grupo de niños desde 1º a 6º grado del Centro Escolar San Isidro, en Cabañas, y cambiar la perspectiva que tienen los alumnos acerca del aprendizaje de la matemática; el método de Haruka Kido ha hecho que los estudiantes esperen con ansias, su clase de las ciencias exactas.

Kido realizó su examen para aplicar al programa de voluntariado de la Cooperación Japonesa (Jica, por sus siglas en inglés) con el nerviosismo de cualquier evaluación. Ella lo aprobó y su expectativa sobre la vida en El Salvador empezó a volar.

“Cuando vine al país yo no sabía mucho de aquí, por eso era muy difícil hacer una buena relación con los niños y con mis compañeros”, cuenta la nipona sobre esos primeros días de estancia en Cabañas, a más de 70 kilómetros de la capital salvadoreña.

Dejando de lado las diferencias culturales entre su país con El Salvador, el principal problema con el cual se encontró Kido, al ejercer su profesión de docente de matemáticas, fue justamente adentro de las aulas, lo que representa para ella la deficiencia del sistema educativo nacional.

Su método de enseñanza tuvo que iniciar por la disciplina, algo que, según menciona, en Japón no es aprendido en las escuelas sino en el hogar. Exigió respeto, silencio y atención a sus alumnos cuando fue necesario hasta lograr que todos entendieran que esa era la forma adecuada para estar en la escuela.

“A veces soy muy estricta porque en Japón los alumnos y los maestros son muy educados, si dicen ‘siéntense’ todos se sientan, si piden silencio nadie habla porque es la costumbre de Japón y es muy fácil enseñar… pero aquí no, aquí es muy difícil”, dijo la voluntaria japonesa.

El programa de voluntariado le permitirá estar dos años en el país, los cuales cumplirá en marzo del 2017 luego de desempeñarse como docente, compañera y capacitadora para el resto de maestros del centro escolar y de los alrededores a la zona.

 

37 voluntarios

El programa de voluntariado del JICA se inició en 1969 en El Salvador, siendo el primer país latinoamericano en recibir el contingente.