Juan Ramón Flores Hernández, de 67 años, el payaso “Cokito” , se abre paso entre los vehículos en la Juan Pablo II en busca de unas monedas. Su contacto es 6150-4541. / Óscar Machón


La aparición del covid-19 en nuestro diario vivir ha empujado a las personas a reinventarse y tratar de sobreponerse a los estragos económicos, que esta mortal enfermedad ha provocado en nuestra sociedad.

Tras vivir un confinamiento de más de 90 días en el país, la radiografía de la economía no es nada alentadora, negocios clausurados, fábricas cerradas, empleos perdidos y con ello hambre y la angustia del “¿y ahora qué hacemos?”, este sombrío escenario ha sacado la mejor versión de los salvadoreños para salir adelante y vencer la pandemia.

Un local que funcionaba cómo bodega en la 4a. avenida norte en la capital fue clausurado, en el piso yacen los recibos de cuentas por pagar. / Óscar Machón


Muchos han optado por regresar a sus negocios, guardando todos los protocolos establecidos por las autoridades sanitarias para evitar la propagación del virus, ofrecer en línea sus productos y servicios, hacer citas por redes sociales o teléfono para atender a sus clientes, vocear alimentos preparados a los transeúntes en las afueras de los restaurantes, colocar barreras de plástico en los puestos de venta, diversificar productos; en fin, toda una serie de ideas con las que se han reinventado muchos negocios y servicios.

Claro ejemplo de adaptarse positivamente a la nueva normalidad es el ejemplo de don Manuel de Jesús Góchez Miranda, naturópata y quiropráctico, quién ha salido a las calles a vender mascarillas KN-95. “Hay que rebuscarse por la familia”, dice mientras muestra su producto que él mismo importó.

Manuel de Jesús Góchez Miranda, naturópata y quiropráctico de profesión, ahora vende mascarillas que él mismo importa del exterior. / Óscar Machón


Pero no todos pueden sonreír en esta lucha contra el enemigo invisible, la sonrisa de un payaso por ahora está oculta bajo una mascarilla; Juan Ramón Flores Hernández, de 67 años, el payaso “Cokito”, se abre paso entre los vehículos sobre la Alameda Juan Pablo II en San Salvador, en busca de algunas monedas.

La cancelación de festejos patronales y fiestas infantiles le han afectado, así cóm el cierre de plazas donde hacia globoflexia y ofrecía sus creaciones a los transeúntes; él cómo todos los artistas circenses están sin trabajo, por ello, se ha visto en la obligación de pedir colaboración a los automovilistas en la vía.

Chefs de un restaurante de la calle Delgado, a un costado del Teatro Nacional, ofrecen comida para llevar a los transeúntes. / Óscar Machón


No hay mal que dure 100 años reza un adagio popular, por ahora los salvadoreños están demostrando que pueden ganar esta guerra donde habrán muchas bajas, pero no podrán matar sus sueños.

 

Una barbería del Centro Histórico de San Salvador, ahora atiende a sus clientes previa cita telefónica a través de Whatsapp. / Óscar Machón


 

Cafés del Centro Histórico aún no abren las puertas a sus clientes durante esta eta de apertura a la economía. / Óscar Machón