Iris Ruano vende sus bufandas, todos los días a un costado del INPEP. / DEM


Sobre la 15 calle Poniente de San Salvador, a un costado del Instituto Nacional de Pensiones para Empleados Públicos (INPEP), todos los días, Iris Ruano, de 54 años, teje bufandas y las exhibe a quienes van de paso. Las vende por precios de entre $3 y $5 .Una posible cliente se detiene para ver el producto, incrédula, pregunta a Iris: “¿y esta bufanda usted la hizo?”, a lo que ella respondió casi de inmediato: “Toda las hice yo y también doy clases gratuitas, solo cómpreme una”.

Iris Ruano se define como “una luchadora de la vida”. “Soy huérfana desde los siete años...mis padres me fueron a tirar al ISNA (Instituto Salvadoreño de la Niñez y Adolescencia), porque no me podían mantener”, relata Ruano sobre su infancia.

Se casó dos veces y tuvo diez hijos de los que dice: “Ninguno se acuerda de mí”. Sus dos esposos fallecieron por enfermades naturales, aseguró.

La primera vez que se casó tenía, apenas, 15 años y sus primeros hijos tuvieron que crecer en el ISNA. “Al ISNA me mandaron con mis hijitos, porque cuando los tuve todavía era menor de edad”, relató.

En ese Instituto aprendió a tejer croché y cuando cumplió 22 años salió a valerse por ella misma a las calles de San Salvdor, tejiendo y vendiendo bufandas, hasta hoy.

“Por la necesidad del hambre he aprendido a hacer esto”, dijo Ruano. Aseguró que se venden poco. “Aquí a veces vendo y a veces no vendo nada”, lamentó.

Sin embargo, Iris cree que para mujeres como ella siempre hay oportunidad para salir adelante, la solución está en el trabajo.

“Toda mujer valiente y fuerte, hay oportunidades porque le voy a decir: el que no trabaja no tiene derecho a comer, por eso uno tiene que rebuscarse en cualquier trabajito; una de mujer tiene que poner su frente en alto, tiene que trabajar en algo para poder salir adelante”, expresó.

Al preguntarle cuál era el recuerdo más bonito de su vida, respondió cuando dio a luz a sus diez hijos.