El general Juan Rafael Bustillo aparece mencionado en casos del informe de la Comisión de la Verdad, excepto en el informe de la masacre de El Mozote. / Marcela Moreno


Casi 36 años después de la masacre de alrededor de 1,000 campesinos en el caserío El Mozote, en Morazán y sus alrededores, dos de las sobrevivientes declararon en calidad de víctimas y testigos de esa matanza perpetrada por el batallón Atlacatl, de la Fuerza Armada y cuyos supuestos responsables son procesados en el Juzgado Segundo de Primera Instancia de San Francisco Gotera.

Seis, de los siete militares acusados de supuestamente dar las órdenes fueron notificados del proceso en su contra el 29 de marzo de 2017, solo hacía falta el general Juan Rafael Bustillo, quien compareció ante el juez para que le informaran de los nueve delitos que le atribuyen; su comparecencia coincidió con la declaración de dos sobrevivientes, una de ellas rindió su testimonio frente al militar.

Bustillo llegó a las 9:00 a.m., del pasado jueves 19 de octubre para ser intimado, completamente solo. No lo acompañó ningún abogado particular, a excepción de dos parientes, entre ellos su hija.

Un gran contraste de aquellos seis militares que en marzo pasado llegaron a la sede judicial bajo un estricto control de seguridad y un batallón de abogados de reconocidos bufetes jurídicos.

Bustillo es la cara evidente del total abandono, no lo defiende ningún abogado particular, el juzgado le nombró un defensor público adscrito a la Procuraduría General de la República de San Francisco Gotera. Es más, la audiencia comenzó sin la presencia del defensor público y cuando el juez le preguntó si iba a nombrar algún nuevo abogado, Bustillo respondió que no.



Juan Rafael Bustillo ingresó a la sala de audiencias y se convirtió en el principal centro de atención de la prensa. Los periodistas lo abordaron pero él evitó hablar y lo único que hizo fue mostrar el informe de la Comisión de la Verdad.

En el desarrollo de la audiencia de intimación, el juez le consultó si rendiría su declaración indagatoria, previo a consultarle si escuchaba bien, pues el general tiene problemas de audición. Ante esa oportunidad de declarar, Bustillo se mostró ansioso por hacerlo, al grado que el juez, en más de una oportunidad tuvo que corregirle y decirle que esperara su momento, que primero tenía que leerle el caso, así como los delitos atribuidos. Bustillo insistía que él quería hablar, pero el juez le manifestó que el tribunal debía programar una fecha para ello. Ante la insistencia, el abogado David Morales, acusador particular, solicitó al juez hacer la excepción.

El juzgador accedió y propuso suspender la declaración que haría una de las sobrevivientes de la masacre de El Mozote, pero el panorama cambió porque el abogado de Bustillo, quien recién se había incorporado a la audiencia, se opuso y manifestó que necesitaba asesorarlo sobre las implicaciones que podría traerle la declaración indagatoria, sin antes haberse preparado.

El general Bustillo, desde que comenzó la audiencia fue muy claro y dijo que iba a decir ante el juez todo lo que pasó con la masacre, que iba a decir toda la verdad.

Los periodistas y todos los presentes en la audiencia estaban a la expectativa, sería el primer militar que hablaría sobre la masacre; una declaración inédita que pudo haber puesto al descubierto información nunca contada en el caso, pues saldría de uno de los considerados como intelectuales de la matanza.