Los atletas brasileños (como muchos otros en el mundo) se ven afectados no solamente por la pobreza, los escasos recursos y el poco apoyo para alcanzar sus metas; a estas situaciones se suma un problema de carácter social: el racismo.
Rafaela Silva es una judoca brasileña que participó en los Juegos Olímpicos Londres 2012; luego de haber sido eliminada de la competición, la atleta recibió una gran cantidad de críticas y ataques racistas por medio de las redes sociales.
Luego de su descalificación, Rafaela dejó de practicar el judo por tres semanas, se quedaba en su casa encerrada, tenía miedo de salir. Ni siquiera revisaba la computadora por miedo a ver nuevos comentarios en su contra, según afirmó su padre.
Pero ese no fue el final, la judoca hizo frente a la adversidad y decidió continuar con su lucha. El esfuerzo la llevó a participar en los Juegos Olímpicos de Río 2016 y finalmente obtener una medalla de oro con la cual calló a todos los que habían hablado en su contra.
"Esta medalla es para todos los que dijeron que tenía que estar en una jaula" dijo Rafaela entre lágrimas después de haber ganado el oro en la categoría de los 57kg.
En Brasil, el 52% de los 204 millones de personas son de color o mulatos, sufren exclusión y la mayoría no posee una educación de calidad ni cuentan con los recursos necesarios para tener una vida digna. En estos Juegos Olímpicos, las gradas están atestadas de gente blanca, y los negros componen otras áreas como el aseo, los agentes de seguridad y los atletas.