Un despropósito se le puede señalar a la Constitución de 1950: consignó la prohibición de ideas anárquicas o contrarias a la democracia, reiterando el texto de la similar disposición de las reformas de 1944, dictadas por una asamblea constituyente sumisa al General Maximiliano Hernández Martínez.
Presidió la Constituyente el doctor Reynaldo Galindo Pohl, diputado por Sonsonate; actuaron como vicepresidentes, el doctor Roberto Masferrer y don José María Peralta Salazar, diputados por San Salvador; hubo tres “primeros secretarios”, el doctor Rafael Cordero Rosales, diputado por San Miguel, el doctor Mario Héctor Salazar y el mayor Adolfo Rubio Melhado, diputados por San Salvador.
Los siguientes párrafos del discurso inau-gural del excepcional presidente de la Asamblea, doctor Reynaldo Galindo Pohl, ilustran las nuevas concepciones políticas y sociales:
“A la mitad exacta del siglo XX, en la culminación de una crisis mundial que ha sacudido con dos grandes guerras una misma generación, el pueblo salvadoreño quiere incorporarse, no solo en leyes ineficaces sino con realizaciones efectivas, a la gran corriente democrática que en ampliación continua de horizontes, invade el mundo desde hace cerca de dos centurias. La concepción liberal llegó a nosotros y se plasmó en leyes de elevado contenido. Bajo ese signo nacimos a la vida independiente, y aún en las postrimerías del coloniaje nos cobijó con la Constitución de Cádiz. La corriente culminó en 1886, año memorable en el cual una élite que acababa de ganar en guerra una batalla por el poder político, imprimió a las leyes su concepción liberal”.
“El Derecho Constitucional es una doctrina científica que se transforma de acuerdo con la historia. De aquellas ciudades estados que sirvieron a Aristóteles para inducir gran parte de su Política, al Estado liberal que creo la Revolución Francesa, por ejemplo, va mucha distancia. Y también la hay entre este último y el Estado Promotor del Bien Público, barruntado por la misma Francia en 1848, mejor concretado en la República de Weimar y, haciéndose realidad cada día, en la mayor parte de los Estados democráticos de hoy”.
La Constitución de 1950 es antecedente histórico irrefragable de la Constitución de 1983.