El discurso antipolítico y antipartidista es muy conveniente para las nuevas figuras que, aunque cuando han manejado la cosa pública parecen repetir conductas censurables de sus antecesores, buscan heredar el poder político a través del hartazgo ciudadano presentándose como pulcros.

Es muy útil a figuras que quieren presentarse como nuevas, pero también provoca la tentación de caer en un análisis fácil de “todos los partidos son iguales, todos roban, todos son corruptos”, un análisis que busca esconder negligentemente las fallas individuales y específicas de cada diputado, de cada funcionario, de cada dirigente, de cada financista.

Este análisis en donde todos son nada o nada son todos es un análisis fácilmente encajable con la anulación del voto.

Algo está mal cuando una persona le dice a usted ‘Estas elecciones son muy importantes’ pero al día siguiente le sugiera: ‘No salga a votar’.

Si usted advierte que las decisiones en la Asamblea Legislativa, muchas importantes, no son unánimes, ese razonamiento no le parecerá tan obvio o absoluto que digamos.

Hay más de 500 candidatos a diputados propietarios –aunque el Tribunal Supremo Electoral no ha informado oficialmente de los nombres detallados pese a una petición de Diario El Mundo por Ley de Acceso a Información Pública. Es imposible que sean todos iguales. Es comprensible que el hartazgo ciudadano logre ser tal que muchos electores no piensen ni molestarse en acercarse a las urnas. Pero lo mejor para un ciudadano en pleno uso de sus facultades democráticas es informarse.

El Salvador está dividido. Muchos quisieran que fuéramos todos iguales y no. Todas las personas tienen diferente pensamiento y diferentes intereses, incluso dentro de partidos políticos que parecen sólidos y unitarios, hay diferencias e intereseses.

En una sana democracia, las ideas diferentes se manifiestan públicamente cada vez que se decide por ejemplo reformar el sistema de pensiones, regular o no los medios de comunicación, crear un tribunal constitucional que controle a la Sala de lo Constitucional, discutir cómo se destinará el dinero público o incluso qué funcionarios se elegirán para investigar delitos y posibles enriquecimientos ilícitos.

Votar en unas elecciones legislativas le hacen a usted tomar postura en cada una de estas decisiones e indagar sobre ello. No es pensar fácil, es informarse.

La primera votación que hace toda legislatura es un reparto de cargos en la junta directiva; ahí usted puede ver cómo los diputados incluso han aumentado el tamaño de la junta directiva para que alcancen los puestos. Cada directivo tiene un monto adicional que puede gastar en empleados que contrata, además de privilegios adicionales al resto de legisladores.

Esta Asamblea Legislativa aprobó una Ley de Probidad que quitaba el poder al pleno de la Corte Suprema de Justicia de ordenar juicios civiles por indicios de enriquecimiento ilícito.

También, esta Asamblea aprobó una reforma a la Ley de Extinción de Dominio que archiva los casos de extinción de bienes de dudosa procedencia luego de 12 meses de inactividad.

Esta Asamblea Legislativa aprobó un presupuesto en el cual no hubo una disminución sensible de gastos en plazas estatales, ni seguros hospitalarios y de vida para los funcionarios públicos, e incluyó un presupuesto de la Asamblea Legislativa con un aumento en las plazas.

Esta Asamblea también aprobó la contribución o el impuesto para la seguridad, eligió al fiscal general de la República, entre otros.

Estas solo son algunas decisiones en las cuales un elector está obligado a preguntarse ciertas cosas sobre su pensamiento, por ejemplo, si está de acuerdo con tener un Estado grande o pequeño y por qué, y si está de acuerdo con que la CSJ pueda ordenar juicios por indicios de enriquecimiento ilícito y por qué.

A esto hay que agregar la información sobre la trayectoria de votación de las gestiones más longevas de los diputados.

Desde el periodismo el reto es hacer un trabajo mucho más consciente y trabajoso, aunque eso implique analizar grandes listados de candidatos. Desde el ciudadano, la responsabilidad es mayor. La decisión es absolutamente del ciudadano, pero no está demás informarse para participar en esta forma de gobierno que nos ha permitido tomar decisiones en medio de tantas diferencias de pensamiento que es nuestra obligación aceptar.