La ideología comunista que se ancló en Cuba, -en otra época fulgurante y próspera- aplastó con engaños y artimañas el espíritu alegre y amable de quienes lograron hacer de su tierra una perla de país, reconocida mundialmente por su espíritu alegre y trabajador que logró prosperidad para sus habitantes. Sin embargo, por aquellos designios de Dios que los humanos muchas veces no comprendemos, en una aciaga fecha que se celebraba el advenimiento de un nuevo año, las armas impusieron un nuevo régimen que cambió la historia de América, y, más de medio siglo después, el tiránico gobierno de la isla, pretende imponer -por exportación del sistema- a otros países del continente, regímenes igualmente totalitarios, del más recio castrismo. Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Venezuela, sufren en la actualidad la lucha generalizada para extender el perverso régimen, y someter a esos pueblos bajo el poder de la imposición.
Sin embargo, la consigna no ha sido fácil de realizar, debido a que la población –a diferencia de la cubana que se encontraba agotada por una dictadura corrupta liderada por un militar apellidado Batista- añoraba un cambio, con el fatalismo que al lograrlo, fue gradualmente cerrando el puño, hasta someter a su pueblo a una nueva y angustiosa fuerza que resultó mas sofocante que la anterior. En aquellos días, quienes, aunque todavía niños, recordamos como se llevaban a cabo “juicios” contra funcionarios y militares que pretendían defender el estatus jurídico de la nación, y eran juzgados y condenados en estadios y plazas públicas, y fusilados por “traidores a la revolución”. Instalado el régimen, vino la etapa de exportar la revolución, Y de esa manera se crearon focos en los países de Sudamérica, donde se abrieron frentes de guerra, que no prosperaron por las armas.
Entonces se cambió la estrategia, y se intentó la toma del poder por medio del engaño electoral lo cual les dio mejores resultados, y de esa forma han logrado éxitos parciales, sacrificando principios de democracia universal aceptados por las naciones modernas.
Nicaragua por ejemplo, luchó contra la dictadura de Somoza, pero al cabo de unos años, tenemos un presidente que se reelige en contra de lo dispuesto por la constitución, mediante resoluciones amañadas de una Corte Suprema de Justicia, sin principios ni valores, que justifica el atropello a la nación. Venezuela, es el caso mas dramático que en la actualidad lucha por recuperar su libertad, a costa de la sangre y vidas de patriotas decididos a recuperar el orden y la democracia.
En nuestro país, el Gobierno -que logró un triunfo electoral (dudoso)- ha iniciado a mostrar sus garras, al proponer abiertamente la desobediencia a las resoluciones de la autoridad máxima constitucional, e incluso funcionarios de alto grado, (vice ministros y diputados) que al tomar posesión de sus cargos juraron cumplir y hacer cumplir la constitución, hacen gala de su violación del juramento al pedir lo contrario.
También hemos visto como otro funcionario perdido por su fanatismo, ofrece tomar las armas para ir a luchar a favor de un caduco régimen sudamericano que se tambalea en el podio del poder. Es por ello que sostenemos que el método de irrespetar lo pactado, proponer la mentira, apoyar la violencia, desobedecer la autoridad, es un estado tan peligroso que nos pone al borde del caos de gobernabilidad, que nos puede llevar a niveles insostenibles de tranquilidad, que podrían desbocar en violencia incontrolable, sangre y muerte para el pueblo salvadoreño. La desobediencia, podría provocar efectos de enormes proporciones. Dios no quiera tal destino para El Salvador.