Podríamos utilizar el término toril en vez de bullpen, pero no se usa mucho en esta parte del mundo, con excepción de México de donde han salido espectaculares toreros que han sido verdaderos dueños de la Fiesta Brava, como Armillita, Silverio Pérez, el gitano del redondel, a quien su hermano Carmelo que también fue torero, se asomaba desde el cielo para verlo torear, según poetizó Agustín Lara; sin dejar de nombrar a Luis Procuna, Carlos Arruza, Carlos Gaona y un centenar de matadores que se pasearon por las mejores Plazas de España, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela.

El toril es entonces, el corral donde se encierran los toros de lidia que aguardan su turno para salir al redondel de la Plaza, al sonar las primeras notas de la trompeta que anuncia el momento del encuentro entre el torero y el astado. Más tarde deberá sonar de nuevo la trompeta para indicar el cambio de tercio, el pase de una faena a otra, del capote a la muleta, si es que se saltan la pica. Esa es la función del toril que, en un símil con el béisbol, se podría comparar con el “bullpen”, el lugar donde los pitchers calientan el brazo, en espera de montarse en el montículo para relevar al pitcher que falla en sus lanzamientos al home.

El mejor lanzador que he visto calentar en el bullpen, y luego montarse en el montículo se llama Mariano Rivera, a quien, comparándolo con el toreo, diríamos que es el Manolete, el Silverio Pérez, el César Girón de los relevistas de todos los tiempos, el panameño gentil y sencillo que se retiró dejando un récord de 652 juegos salvados, luego de jugar 19 temporadas para los NYY.

En El Salvador se dio el pasado domingo un cambio en el bullpen, un relevo contundente para salvar el juego; en este caso el juego es el país, y el pitcher relevista el electorado.

Las diferentes fuerzas democráticas agrupadas en los partidos ARENA, GANA, PCN, PDC triplicaron la votación obtenida por el FMLN tanto para la Asamblea Nacional como en las alcaldías. Si bien es cierto que ARENA, el gran ganador, no superó sus votos de la última contienda electoral legislativa, tanto GANA, el PDC y PCN sí lo hicieron, para obtener en la Asamblea, juntos, el control total de las decisiones; así como también la posibilidad de diseñar con coherencia un plan territorial integral que permita la consolidación del país en torno a un objetivo común, determinado por valores democráticos, el respeto a los derechos humanos, la libertad de prensa, de mercado, la inclusión y el sometimiento al orden jurídico constitucional.

¿Qué le pasó el Frente? No supo evolucionar, adecuarse a los tiempos y necesidades de la actual generación, a los cambios en las relaciones internacionales, al declive de las ideologías totalitarias. No ha podido asumir la evolución natural, sus dirigentes son los mismos de siempre, con el mismo lenguaje, prejuicios, propuestas y reservas frente a la democracia; no permitieron la movilidad generacional, se estancaron en los años cincuenta.

Tampoco pudieron superar el complejo comunista, la falsa lealtad hacia modelos perversos como el cubano, el chavista, el Socialismo del siglo XXI y pretender imponerlo en El Salvador, justamente cuando se produce en Venezuela la peor crisis humanitaria institucional y económica que haya conocido la región. Y finalmente la corrupción, el uso indebido de los dineros y de las instituciones públicas, y esa manía de señalar a los Estados Unidos como el generador de todos los males del país, que es también una manera de evadir las propias responsabilidades.

Queda ahora en manos de la sociedad civil ejercer el control directo de los nuevos funcionarios elegidos, para dejar atrás el pasado, y encarar con decisión y optimismo el país que se merece.