La recaptura del Capo de las drogas del estado de Sinaloa, México, Joaquín “El Chapo” Guzmán ha traído un efecto psicológico equivocado de relativa admiración dentro de la población, que hasta cierto punto lo coloca como un héroe de gran prestigio, porque de alguna forma, su vida es especial.

Ha sobresalido sobre el mexicano común, y ha ganado millones (calculan que su fortuna es cercana a los mil millones de dólares) con lo cual logra minimizar, (incluso en personas que no participan de esa vida particular de los criminales, -como el actor Sean Penn, y la mexicana Kate del Castillo, quienes lo visitaron en su escondite para platicar de un proyecto fílmico-) lo censurable de su delictuosa conducta.

Desconozco si la entrevista concedida a dichos actores era parte de un plan para su recaptura, pero lo cierto es que si así fue, la vida de estos personajes del cine, corre serio peligro. La recaptura del famoso Capo de la droga, con seguridad cobrará su precio si existe algún “culpable” y a esos niveles, con seguridad también que se cumplen las venganzas, y se pagan con creces. Quienes hayan visto la película El Padrino, podrán confirmar como a los criminales mas severos, la gente común y corriente los convierte en admirados benefactores sociales. Quienes están en las cúpulas de estas grandes organizaciones criminales, son verdaderos líderes de comunidades sometidas por las leyes de la violencia, porque no tienen escrúpulos para llevar a cabo sus proyectos, lo cual les permite vivir bajo normas que no respetan clases sociales, ni moral ni religión o creencias que los limiten a llevar una vida honorable.( a uno lo apodaron “El señor de los cielos”)

En Sudamérica, el conocido Pablo Escobar, vivió como rey querido por su pueblo, porque “ayudaba” a los pobres. Pero nadie tenía en cuenta que esa ayuda venía de la destrucción de innumerables vidas, y familias, destruidas a causa de las drogas, que de una forma sutil, convierte a los incautos, en piltrafas humanas que se encarrilan voluntariamente en el camino de la muerte.

El famoso Chapo, ha construido su fama en base sus dos escapes de cárceles de máxima seguridad de la república mexicana, lo cual no es cosa sencilla. Desde luego que el capital invertido por la organización, en consumar el proyecto del escape, es simplemente exorbitante, y esa categoría pone a quien dispone de esas cantidades en soberanos absolutos de cualquier capricho.

La última escapada de este individuo, requirió la construcción de un túnel de mas de dos kilómetros de largo, túnel que definitivamente no fue construido por principiantes, ni a fuerza de pico y pala, porque además de los obstáculos naturales que tal trabajo requería, se desarrolló bajo medidas especiales tales como el silencio de la maquinaria usada por quienes trabajaron bajo tierra durante meses, para llegar milimétricamente a la celda donde se encontraba el fugado.

Existen tendencias a enaltecer a quienes sobresalen aún en materia criminal. La prueba es que muchos cineastas se dedican a realizar películas de personas fuera de la ley, que con el tiempo logran más y más admiración, por sus “proezas”. Ejemplos los encontramos con frecuencia. El Zorro, leyenda en California ha producido millones en utilidades. Al Capone, Billi the Kid, El robo al tren inglés, El Padrino, Chucho el roto (Robaba al rico para repartir a los pobres), y un sinfín de películas confirma el fenómeno de la admiración del delincuentes. que acumulan a su favor, los resultados de sus ofensas a la sociedad, ya sea por el ingenio que desarrolla en su actuar, o por la crueldad y violencia que impone el terror en la comunidad que opera.

El caso del Chapo Guzmán, causa admiración hasta en personajes que no necesitan dinero, como los artistas citados, quienes conociendo lo ilegal de su estado, se arriesgan a visitarlo, y hasta se perfila un posible amorío. México, tiene un reto para mantenerlo encarcelado. Extraditarlo a E.U. les quita la responsabilidad de la prisión, pero… ¿Cómo queda la justicia mexicana?.