Entre la prudencia sanitaria y la preocupación por la economía, desde mediados de mayo recién pasado, comenzó en Europa lo que allá denominan “la desescalada” de las medidas restrictivas de movilidad y actividades laborales, o sea, el retorno paulatino y bien controlado “a la normalidad”, que se parezca, más o menos, a la que se tenía y gozaba antes de la crisis pandémica del virus COVID 19. El acuerdo adquirido por los gobiernos europeos, como es natural, no fue nada fácil, considerando el hecho que varias naciones del Viejo Mundo, entre ellas España, Italia, Francia y Alemania, sufrieron muchas pérdidas humanas, por lo que el combate por preservar la vida se convirtió, en un primer momento, en la prioridad de todos sus esfuerzos médicos, científicos y financieros, pero al descender o aplanarse la curva epidemiológica, también se encararon a la necesidad insoslayable de reabrir las fuentes laborales, para recomenzar el despegue económico y recaudar ingresos para las debilitadas finanzas de tales países, muy ligados a nuestros sentimientos latinoamericanos. El llamado por relanzar la máquina económica fue un clamor generalizado, ante el cual, los gobiernos diversos, previos dictámenes de especialistas médicos en epidemias, entre cautela y alivio, fueron “reabriendo”, por fases, la actividad tanto económica, como social, de las diversas masas poblacionales.

La pandemia no ha tratado en forma igual a todo el mundo. Por ejemplo, África reporta escasas cantidades de infectados y víctimas fatales, lo mismo que en varias naciones situadas en Oceanía. ¿Por qué? Esa pregunta solo será, posiblemente respondida, cuando el mundo entero readquiera la normalidad más cercana a la de antes de la pandemia y se realicen los estudios científicos pertinentes. El que hayan aparecido esos fenómenos, por ahora son solo motivos de especulaciones y esperanzas. La preocupación por retornar a las actividades lucrativas no es extraña en Latinoamérica, incluyendo a nuestro país. Los estudios de ANEP, FUSADES. Universidades y otros entes de pensamiento y análisis, no pueden ser desatendidos por las autoridades gubernamentales de turno. De hecho, esas posturas de reabrir las fuentes de trabajo y de entretenimiento masivo, se ven ahora más justificadas y fortalecidas, con el reciente informe dado por el titular de Hacienda, licenciado Nelson Fuentes, que el Estado se verá, en aprietos, para solventar los pagos de la burocracia oficial en este mes de junio, considerando el funcionario que el ingreso de impuestos a las arcas estatales se ha reducido hasta cifras bajas jamás vistas en la historia nacional.

Este fenómeno es similar a los países europeos y otros de América. Por ejemplo, Alemania anunció su entrada en recesión con una caída del 2.2% de su PIB en el primer trimestre de este año, a causa de la pandemia que paralizó su actividad económica y prevé que, de abril a junio, la caída del PIB será de hasta un 10%, una situación inédita jamás vista en su reunificación. Y de similar o peor manera, naciones como Grecia, Portugal, Gran Bretaña, etc. señalan igual descenso en los porcentajes de sus respectivos PIBs, que abarcan también las sensibles bajas en los gastos hogareños, circunscritos especialmente a los rubros alimenticios y médicos, aunado al fenómeno de la desocupación masiva en todos los ámbitos de producción y actividad laboral, como la fabril, mercantil y el transporte, ya que el confinamiento y reducción de actividades, representan limitaciones y bajas sensibles en la recaudación de impuestos, tasas, aforos, etc. que componen el capital estatal para atender pagos de sus maestros, médicos, policías, etc. abarcando muchos servicios, empréstitos, etc.

El reinicio de nuestra actividad económica sabemos que está diseñada por expertos en el tema. No será de forma abrupta y masiva. Lo mismo ha sucedido en Europa. Paulatinamente se irán aprobando el reinicio de actividades industriales, de oficinas, restaurantes, sitios turísticos, eventos deportivos y educativos, etc. Tal vez no será como antes, por lo menos, en este momento. El virus nos golpeó en un año preelectoral y eso no deja de provocar “encontronazos” violentos entre los actores políticos, pero deben anteponer sus luchas electoreras y ver, con prioridad, el bien común de la población...