Hace 200 años se firmó el acta de independencia centroamericana y desde entonces ha pasado de todo en cada nación de la región. Con un mismo idioma, un similar biotipo y las mismas necesidades y aspiraciones, los centroamericanos tenemos anhelos y un sueño de superación individual y colectivo que no hemos podido integrar, por el celo y orgullo natural de las nacionalidades, avivado por el sentimiento de patria de los más de 50 millones de pobladores que habitamos esta parte del mundo, repartidos en siete países, incluyendo Panamá y Belice.

Hace falta una visión unificadora y futurista para hacer de Centroamérica una gran nación, tal cual era el sueño del estadista Francisco Morazán. Ha habido atisbos de integración centroamericana con la creación de organismos y esfuerzos tales como el Mercado Común Centroamericano (MCC), la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA) hoy Sistema de Integración Centroamericana (SICA) y otros, hasta llegar a la creación del Parlamento Centroamericano (PARLACEN) el cual no es vinculante y ni siquiera está integrado por todas las naciones del Istmo.Prácticamente el PARLACEN es un ente idealista con buenas intenciones de sus impulsores, pero que hoy es consumidor de dinero y esfuerzos que poco o nada aporta para una integración centroamericana

En fin, a 200 años de la independencia, Centroamérica ni por asomo se acerca a la integración que seguramente ayudará a la región a salir del subdesarrollo, en beneficio de los más de 50 millones de habitantes. Así, vemos que cada país tiene su propio ego, a pesar de que nos parecemos en mucho como nación. Salvo Costa Rica que va unos pasos adelante en cuanto a su desarrollo, las demás naciones estamos en similares condiciones, desde luego con sus diferenciaciones. Así, Nicaragua sumida en su pobreza y un sistema dictatorial; Honduras. Guatemala y El Salvador afectados por la delincuencia y sus conflictos internos; y Panamá y Belice con sus peculiaridades, somos naciones con insuficiente desarrollo. Una Centroamérica unida nos permitiría avanzar a todos. No se trata de un solo gobernante para el área, sino de un compromiso de entendimiento e integración participativa, donde exista una parlamento y una corte vinculante conformados por los mejores estadistas y un consejo de presidentes que tomen decisiones que mejoren sustancialmente las relaciones entre sus pueblos y por ende que genere mejores condiciones de vida para todos.

Algunos pasos se han dado, pero no son los suficientes y quizá tampoco los adecuados. Por ejemplo con el SICA se desarrolló el Convenio Centroamericano de Libre Movilidad, denominado CA-4 , el cual tiene una intención muy buena, pero que no se aplica de manera equitativa en los cuatro países que firmaron el convenio (ni siquiera están todas las naciones). Así ha habido otros esfuerzos, pero que son más “imagen” que instrumentos valederos y efectivos que concreticen una integración.

Una Centroamérica unificada nos permitiría avanzar como un bloque. Tenemos recursos y lo más importante, tenemos gente valiosa, pero son las desigualdades las que nos bloquean y nos remiten a seguir divididos, con necesidades comunes, pero objetivos diversos. A veces uno se pregunta cómo en una región tan pequeña pueden haber tantos criterios de diferenciación. Literalmente somos países con una geografía similar y poblaciones que fenotípicamente nos hacen parecidos. Excepto El Salvador, los demás países con muchos hermanos con descendencia afrocaribeña y que al igual que los descendientes de nuestros ancestros, son tan trabajadores y forjadores de obras.Avanzaríamos tanto si estamos integrados en todo sentido. En el área económica y social, tal vez hasta en política. En deporte y otras áreas habría grandes beneficios. Se imaginan a una Selección de Fútbol centroamericana luchando como una sola para ir a un Mundial, o una misma moneda circulando en el área, o una región sin fronteras burocráticas, un área luchando junta contra la corrupción, una nación echándole la mano a otra cuando lo necesite ante una eventualidad, todos buscando el bien común para todos los pueblos. Lo que cada país hace individualmente mal, unificados lo podemos hacer bien.

La integración centroamericana suena a utopía, pero en épocas tan especiales como el 200 aniversario de la independencia uno puede tomarse la licencia de creer en un sueño que parece demasiado remoto o imposible, pero que algunos creyeron factible. En lo personal amo ser salvadoreño y me siento orgulloso de mi patria. Como muchos, cuando voy a ver jugar a la Selecta, grito el Himno Nacional y disfruto cada rincón de mi país, lloro las tragedias nacionales y celebro la felicidad de mis connacionales, pero también me gustaría ver a una Centroamérica integrada como una gran nación. ¡Feliz bicentenario patria querida… hermanos centroamericanos!