La institución que tiene la obligación de velar por el patrimonio del Estado, es decir por el buen uso de los fondos públicos, o sea del dinero que Usted y yo pagamos en impuestos, ha sido señalada por uno de los principales periódicos de tener un gasto excesivo en cosas que nos cuesta creer que sean gastos corrientes de las funciones propias de la institución.

Recientemente la CEPA fue señalada por acciones de despilfarro al encontrársele un gasto de cerca de cinco mil dólares en bebidas alcohólicas, lo que nos pareció indebido y chocante, porque los impuestos que pagamos los contribuyentes no deberían tomar esos destinos. También es del conocimiento público que los señores diputados se recetan –entre otras prebendas- los almuerzos cuando les agarra las doce del mediodía en el recinto legislativo. Y no es la primera vez que alguien ha mencionado que los sueldos de los diputados, asi como los de muchos funcionarios, han sido diseñados para que se puedan costear todas sus necesidades indispensables para llevar una vida acorde con el cargo, lo que hace innecesario recetarse los almuerzos.

Resulta por demás señalar, que dentro de esas necesidades se incorporan los recursos para que puedan adquirir un vehículo modesto, y la gasolina que consumirán. Dicho de otra forma, si además de su salario (jugoso por cierto) les proveemos de los llamados gastos de representación, vehículos de lujo, combustible, y etcétera, cuando ni siquiera en países con suficientes recursos conceden tales privilegios.

Si a eso sumamos la crisis financiera que afecta al gobierno, creo que muchos de los que asistimos con nuestros impuestos a los gastos del estado, estaríamos de acuerdo en suprimir esos gastos exorbitantes y cambiarlos por una módica cantidad que les alcance para cubrir el pago de buses o incluso del Sitramss, ya que tanto se promueve la funcionabilidad y seguridad del transporte colectivo. Todos los demás gastos personales de estos funcionarios deberían estar cubiertos por ellos mismos.

Regresando a la Corte de Cuentas debemos señalar que en nuestra opinión, dicha entidad ha quedado obsoleta, razón por la que se ha tenido necesidad de crear diferentes entes de transparencia, ética, moralidad, buenas costumbres, y tanta nueva entidad que solo sirven para declarar inocentes a cualquiera que sea señalado por haber distorsionado los recursos del estado con transacciones tales como compras de inmuebles en condiciones ultra favorables, en perjuicio de otras instituciones que se ven afectadas en el cumplimiento de sus compromisos, tales como ocurre con el IPFSA, que se encuentra en mora con las pensiones de sus pensionados.

Es triste tener que comentar en estos espacios lo mal que andan las cosas en nuestro país, pero es necesario en razón de hacer conciencia en los funcionarios que el pueblo ha escogido para que defienda los intereses de los mas necesitados, o de quienes el soberano ha dispuesto proteger por medio de las leyes. Tampoco queremos dejar en el tintero el caso denunciado por el periódico que señala qu e un hijo del ente controlador, ha sido ascendido al cargo de asesor del presidente, o sea de su papá, haciendo a un lado todos los principios de ética, y probidad que imponen las costumbres y la decencia en el ejercicio de un cargo.

Tales prácticas han hecho caer en un insondable abismo el prestigio de las instituciones y en especial los documentos tales cono Finiquitos, resoluciones y otras resoluciones. Hace algún tiempo conocí la práctica de un Magistrado de la Corte de Cuentas que “invitaba” a los funcionarios con reparos, a tomarse un café en la terraza del edificio, a “arreglar,- a cambio del respectivo estipendio- cualquier observación que apareciera en las cuentas de los fondos que hubiera administrado. Y tal práctica era conocida de todos los subalternos, quienes bajo pena de perder su trabajo, guardaban ominoso silencio. De que manera saldremos de esto? Solo Dios lo Sabe.