En Brasil todo el mundo sale a la calle con el grito “fuera Bolsonaro”. En Guatemala hay presiones actuales de diferentes asociaciones e instituciones: piden que se vaya Alejandro Giammatei por la pésima administración en el combate a la covid – 19. A Iván Duque le dieron vuelta a su decreto de reforma tributaria, y a Piñera, los chilenos lo toparon al cerco tan solo por algo tan sencillo como el aumento al pasaje del metro.


En Honduras, donde vivo desde hace 14 años, sucede lo contrario. Comodidad y apatía. Pareciera que tantos años de guerras intestinas los dejaron cansados. Los historiadores señalan que, en promedio, hubo una guerra cada tres años hasta que se instaló la dictadura de Tiburcio Carías Andino en 1934.


En 2013, durante la presidencia de José Porfirio “Pepe” Lobo, y siendo secretario del Congreso Nacional, Juan Orlando Hernández Alvarado, se aprobó la ley de Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE).


La publicidad que se hace a la población hondureña sobre estas ZEDES consiste en convencernos que atraerán a empresas extranjeras gracias a ciertos y puntuales beneficios que hagan atractiva la inversión, generando con ello muchas fuentes de trabajo en partes del territorio que no están siendo aprovechadas.


Cabe hacer un largo paréntesis.


Pese a que las diferentes constituciones hondureñas han mantenido la prohibición que extranjeros sean propietarios de tierras a menos de 40 km de la frontera, a los políticos se les quema el dulce por violar dicha norma.


Ya a mediados de los años 50 del siglo pasado se entró en esa discusión. Más tarde una Junta Militar volvió a intentarlo en 1980. Posteriormente, en esa misma década, se introdujo al menos una vez en el gobierno de José Simón Azcona Hoyo. No pasó mucho tiempo para que, en 1990, siendo gobernante Rafael Leonardo Callejas, se volviera a intentar, y finalmente, como necios que son los políticos, durante la presidencia de Carlos Flores Facussé, se volvería nuevamente, en diciembre de 1998, a intentar ceder a extranjeros esas franjas tan preciadas y preciosas de terreno. No hubo inversionista que se animara. (Efraín Moncada Silva, 2001, Temas constitucionales, serie Estudios de Derecho Público Hondureño. Tegucigalpa: Auto edición).


El presente gobierno de corte dictatorial descafeinado, al fin lo ha logrado y ya se están ofreciendo pedazos del territorio.


Lo que mantiene la discusión acalorada, hirviendo, con los machetes desenvainados, son las condiciones ridículas que se les están ofreciendo a los supuestos inversionistas: tendrán su propio gobierno, impondrán sus propios impuestos, tendrán sus propios tribunales, crearán sus propios cuerpos de seguridad, los hondureños que quieran ingresar a esas zonas solo podrán ser autorizados por la autoridad central a la cual se le ha llamado, con un eufemismo que raya en lo ridículo: Comité de Buenas Prácticas. ¿Qué diablos es eso? Bueno, fácil de responder. Como todo en lo que concierne a esas ZEDES es un absurdo total.


Como comprenderán se está creando un país dentro de otro país, y no se ve por ningún lado una fuerza ciudadana que se esté organizando para combatir el desmembramiento del territorio. Los líderes de la oposición parecen avestruces.


Una de las más fuertes hipótesis que se configuran en mi mente es que cualquier organización criminal multinacional podrá perfectamente venir a asentarse acá, en esas especies de ciudades santuario.


Todos los “terrenos” escogidos por el gobierno de turno son zonas costeras. ¡Qué conveniente!


Otra suposición, que podrá parecer abusiva si no fuera por la reciente lista Engel, y los señalamientos surgidos en la Corte del Distrito Sur de Nueva York, es que, astuto como es el cerebro detrás de todo esto, sean zonas en las cuales se vayan a refugiar los políticos que están siendo señalados por actos infames de corrupción, y por vínculos con el narcotráfico una vez que concluya el presente mandato en enero del 2022. Es solo una suposición.


Pero por el momento el pueblo está más pendiente de los partidos de Brasil en la Copa América o de la H en los Juegos Olímpicos.