La rebeldía a cumplir sencillas medidas de prevención que debemos practicar durante esta pandemia del covid, me costó sufrir una dura experiencia que por varias semanas me mantuvo aislado hospitalariamente y pasar por algunos días en dura lucha por mantenerme vivo. Esta columna la dirijo, de manera especial, para quienes no consideran todavía la importancia de utilizar mascarilla, lavarnos las manos frecuentemente, el uso adecuado del alcohol gel y otras indicaciones que las autoridades del ramo de Salud han difundido ampliamente y es, al mismo tiempo, un reconocimiento sincero a esas autoridades, al personal médico-enfermeril y técnico que exponen su vida a diario. También es justo reconocer el esfuerzo del actual gobierno, presidido por el señor Nayib Armando Bukele, quien ha invertido ingentes recursos para la prevención y tratamiento de esta cruel enfermedad, que según datos ha provocado millones de víctimas mortales alrededor del mundo.

Todo comenzó un miércoles, cuando al despertarme sentí que la temperatura corporal me había aumentado y poco después mi hija lo corroboró mediante un termómetro. Pero la información que diera otro instrumento fue que el grado de la oxigenación pulmonar se reducía aceleradamente. La respiración, en efecto, comenzó a efectuarse dificultosa y dio inicio a sentir dolores punzantes. Por casi dos semanas mi grupo familiar permaneció en cuarentena, pero eso me valió un frijol y creí que todo era un leve estado gripal que unas cuantas tabletas y jarabes lo remediaría pronto. Grave error que gracias a Dios fue superado.

De regreso a mi hogar, he revisado los ejemplares de este veraz y respetable diario EL MUNDO, que generosamente siguió llegando y encuentro dos aspectos cruciales que deseo comentar. El primero, claro como abogado, es la destitución de los magistrados de la Sala de lo Constitucional por disposición legislativa, promovida por el presidente Nayib Bukele, que incluso ha provocado diversas reacciones hasta en los Estados Unidos y de varias entidades nacionales, quizás porque desconocen que ya hay un antecedente similar durante la administración del Capitán General don Gerardo Barrios, el cual fue incluido en mi obra “La Epopeya del Gran Coquimbo”, premiada y editada en el 2006 por la universidad migueleña que lleva el nombre de este patricio.

Relata la historia, que en 1860 unos magistrados de la Corte Suprema de Justicia se fueron a residir en Cojutepeque, a fin de no atender solicitudes presidenciales y se rehusaron retornar a San Salvador, condición que hizo peligrar tanto el ordenamiento judicial y la misma seguridad jurídica del país, que obligó a Barrios disponer que los magistrados Esteban Castro y Victorino Rodríguez y otros fueran apresados y conducidos escoltados a nuestra capital, y aunque los enemigos políticos llevaron este hecho al seno del Órgano Legislativo, Barrios fue absuelto por esta acción en aras de que la actividad oficial no sufriera retrasos por culpa dolosa de aquellos magistrados.

Respecto a evitar la participación de la ANEP en decisiones de entidades autónomas, especialmente en licitaciones millonarias, ya recibió el aval positivo de la misma Asociación empresarial, por medio de su propia Directora Ejecutiva y desde nuestro punto de vista, considero que esa medida que evitará tanto conflictos de intereses, como la posible comisión de hechos ilícitos referidos a la corrupción. El respaldo tácito al Presidente Bukele también lo respaldamos y punto. Confío en seguir con mi labor para las próximas semanas.