El tiempo pasa sin remedio y no vuelve jamás. Lo que hicimos o dejamos de hacer traerá inexorablemente consecuencias positivas o negativas de manera individual y colectiva, por lo tanto debemos siempre tratar de hacer las cosas bien actuadas y pensadas, procurando siempre actuar bajo el criterio del bien común siguiendo los dictados de nuestra conciencia para la sana convivencia social.

A pocas horas de terminar el 2021 nos damos cuenta que nuestra vida es un proceso de adaptabilidades acorde a las circunstancias. Hemos actuado de acuerdo a los que hemos vivido, desgraciadamente, a veces sin medir consecuencias. Este 2021, menos que el 2020, ha sido un año difícil, comenzando por la pandemia del Covid-19 que con sus variantes constantes nos ha modificado nuestro ritmo de vida. Ningún salvadoreño, incluso ningún ser humano, ha pasado desapercibida la coyuntura sanitaria mundial, porque hemos perdido parientes, amigos, compañeros y conocidos que fallecieron a causa de este virus que llegó para quedarse.

El coronavirus nos ha afectado nuestros ámbitos de cotidianidad y nos ha obligado, a la mayoría, a ser más responsable con nosotros mismos y con los demás. Si nos enfermamos o nos contagiamos nos volvemos potenciales contaminadores de nuestro grupo familiar, de nuestro círculo laboral, de nuestras amistades, del personal de primera línea, de personas desconocidas. Cada organismo responde de diferente manera ante el virus, dependiendo de múltiples factores como las enfermedades crónicas, por ejemplo. Han muerto personas atléticas, jóvenes, adultos, adultos mayores, profesionales, obreros, etc. Debemos cuidarnos y tener paciencia. Confiemos en que llegará el día en que el virus sea controlado por la ciencia, pero mientras tanto protejámonos.

Parte de la responsabilidad nuestra es vacunarnos. Las vacunas son gratis y no ocasionan nada extraordinario, salvo los malestares comunes que en uno o dos días desaparecen. A algunos ni siquiera les da algún tipo de malestar. No tengamos miedo vacunarnos. Si los casi siete millones de salvadoreños estuviéramos vacunados nuestra vida transcurriría casi con normalidad. Como dice el dicho: No basta con rezar, también hay que actuar.

Ojalá y el 2022 traiga un antivirus universal y definitivo, pero para mientras eso ocurre, sigamos usando mascarillas, no frecuentemos sitios de concurrencia masiva sin necesidad, lavémonos las manos constantemente con alcohol gel. En general sigamos las indicaciones de las autoridades de Salud Pública y de los expertos en la materia, oficialmente ya se contagiaron más de 120 mil compatriotas y ya murieron casi 4 mil salvadoreños y cada muerte es una persona que deja llanto y dolor entre sus seres queridos.

En 2022 procuremos volvernos más tolerantes con todos. Exijamos, pero aportemos. Es fácil criticar desde la grada, pero a veces se desconoce el esfuerzo o sacrificio del que está en la cancha. Así nos pasa en todas las esferas de la vida. Criticamos sin conocer y hacemos juicios a priori. Hagamos el esfuerzo por identificarnos con los demás, generemos empatía y busquemos ser siempre solidarios con el medio ambiente y con la sociedad. Respetemos la diversidad de ideas, creencias y estilos de vida. Vivamos procurando hacer feliz a los demás sin afectar a terceros. Que nuestras acciones sean bien hechas o al menos cargadas de buenas intenciones. Como dijera el gran emperador romano Marco Aurelio (161-180 d. C.): “Realiza cada una de tus acciones como si fuera la última de tu vida” porque a veces la vida es tan ingrata que nos recuerdan por lo último que hicimos.

El próximo año pongámonos metas y objetivos realizables en todas nuestras actividades personales y colectivas. En lo familiar, en lo laboral, en lo social, en la seguridad, en el día a día. Estemos conscientes que siempre vendrán tiempos mejores y que siempre habrá alguien que sea mejor que nosotros. En la escalera de la vida, hay circunstancias en las que a veces estamos en peldaños de arriba y otras en peldaños de abajo. Nadie es más que nadie, todos somos un cumulo de conocimientos, pensamientos y sentimientos en constante transformación. Lo que nos hace diferentes es la práctica de los valores positivos de la vida.

En 2022 exijamos pero aportemos. Vivamos con honestidad y con talante de buenas personas. Seguramente en el siguiente año seguirán los problemas de la inseguridad, la crisis financiera, el congestionamiento vial, la delincuencia, el Covid-19 y muchos otros más, pero para todo hay solución. Denunciemos, esmerémonos, seamos tolerantes, auto cuidémonos, prevengamos, busquemos soluciones a los problemas, aportemos a la patria. Amigos lectores, el paso del tiempo es inevitable y las consecuencias de nuestras acciones son inexorables. Confiemos en Dios que 2022 será mejor que este 2021, en todo. ¡Feliz y próspero 2022!