El año termina cargado de noticias de impacto, muy propio de la época de cambios en la que nos encontramos sumergidos, y que mucha veces obviamos arrastrados como estamos por el diario quehacer, la necesidad biológica de la seguridad, los prejuicios y la ignorancia, por lo que ocultan adrede los gobiernos y los poderes fácticos y, por la nuestra imposibilitados de absorber tan variada y abundante información que nos desborda. Al fin y al cabo, si apenas somos curiosos, solo podemos aspirar a ser generalistas del actual devenir, para sentirnos parte de él.

Por ello, algunas veces admiro y envidio a quien vive una porción de su mundo, sin mostrar interés por lo que sucede a su alrededor; nos da la impresión que son seres felices, con un estrés limitado. Pero quizás no, solo es un escape de la realidad o una natural filosofía de la vida muy cercana a las orientales, incluyendo la cristiana (Mt. 6,34 “Por tanto, no os preocupéis por el mañana porque el mañana trae su propia preocupación”).

El hecho es que el período de tiempo que finaliza marca una tendencia indetenible en la conducta humana en su relación con el entorno, lo que lleva un cambio en la manera de interrelacionamos, como lo fuere la década de los sesenta, ochenta y noventa. En lo concreto, la información instantánea estará más en nuestras manos y en la de los gobiernos. Por ejemplo, el caso Huawei, que estalló cuando fuere detenida en Canadá el pasado 3 de diciembre Meng Wanzhou, vicepresidente de la empresa china de telecomunicaciones e hija de su fundador y Presidente. El arresto fue hecho a pedido de Estados Unidos, por vender tecnología informática a Irán y romper la prohibición. Se señala que sus teléfonos son capaces de transmitir información sensible a China (EEUU prohibió su uso a sus funcionarios).

Lo cierto es que la tecnología 5G desarrollada por Huawei se encuentra mucho más avanzada que la de los otros competidores del mercado, permitiendo no solo el control de los aparatos domésticos como neveras, cocinas, climatización, televisores, puertas, sino que es la de usarse en el control de los autos a comercializarse a futuro. En consecuencia, no solo es la seguridad lo que preocupa a los Estados Unidos, sino igualmente el hecho económico: Japón, Europa y EEUU están más atrasado en este tipo de tecnología 5G, indetenible, como no se pudo detener el uso la máquina en la revolución Industrial. Por lo pronto, Huawei desplazó a Apple en la venta mundial de sus codiciados Iphones.

En lo político, no podemos dejar señalar la “Revolución de los chalecos amarillos”, surgida en la Francia de Macrón que nos recuerda el “Mayo francés del 68”, cincuenta años atrás. La de este año tiene similitudes incuestionables con aquél, que dio al traste con el gobierno del General De Gaulle; en la presente está con el ingrediente islamista que se expande por toda Europa, amenazando con dar al traste con la cultura occidental, que conlleva valores como la libertad, la democracia, la pluralidad y el respeto a los Derechos Humanos, ausentes en los integristas, llámense Isis, Califato Islámico, Hezbollá o Hamas, ya presente en esta parte del mundo.

La elección inequívoca del exmilitar y diputado desde 1991 de Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil, marcó un hito trascendental para la región. Por lo pronto rompe la red ideológica marxista del Foro de Sao Paulo, que puso en jaque al continente desde la elección de Hugo Chávez en 1998 que, en un momento, aparte de Cuba, cooptó a Brasil, Argentina, Uruguay, Nicaragua, Bolivia y Ecuador y colocó en peligro las democracias de Perú, Honduras y El Salvador. De modo que a partir del primero de enero, el entramado geopolítico regional deberá dar al traste con el ya aislado régimen venezolano y quizá con el nicaragüense, hoy en pleno delirio autocrático asido a una estructura de poder fuera de lugar, y que repite con saña desconcertante los peores momentos de la dinastía de los Somoza.

Y en El Salvador, si a ver vamos, el nuevo año comienza en febrero del 2019.