Hablar de diálogo en la política salvadoreña genera dos tipos de reacciones en este momento. Hay quienes, generalmente con tono sarcástico, te advierten de promover una apuesta imposible de sostener en este momento. “¿Cómo dialogar con quién no quiere hacerlo?” sostienen quienes creen que no hay condiciones para impulsar esta agenda. Y, por otro lado, sobran los que te descalifican porque simplemente no creen en el diálogo. Respeto ambas posturas, sin embargo, no las comparto. Como candidata a diputada lo sostuve desde el primer momento que lancé mi candidatura y lo haré hasta el final de esta campaña. Incluso, más allá de este escenario electoral, creo que necesitamos con mucha urgencia generar una dinámica política sobre la base de un diálogo como la única forma legítima y sostenible para generar una sociedad más justa.

Mi propuesta legislativa para tres años se llama: 3 tres razones para dialogar. La primera es para ponernos de acuerdo, la segunda para exterminar la polarización y la tercera para desarrollar un Plan Post-Covid El Salvador. Pero ¿qué significa o implica cada razón? Ponernos de acuerdo significa que los actores políticos con representación legislativa deberán de asumir posturas claras en relación con el régimen político que desean promover quienes tengan capacidad de decisión en los próximos tres años. Más allá de los discursos dominantes la pregunta es ¿nos moveremos a un país más autoritario o queremos uno más democrático? Exterminar la polarización implica superar -de una vez por todas- una cultura política de eterna confrontación sin sentido en la toma de decisiones. Esta es una característica arraigada en el sistema del partido salvadoreño que da réditos electorales a los partidos (incluyendo al partido de Bukele), pero que no necesariamente refleja el sentir de la población salvadoreña en este momento. De hecho, estudios recientes muestran que las personas comenzaron a adoptar posiciones más moderadas en las competencias electorales. ¿Qué nos está diciendo la gente respecto a la polarización que conocemos?

Desde mi punto de vista, esta forma de hacer política no garantiza justicia, ni transparencia, ni combate a la corrupción. Tampoco garantiza más trabajos ni más seguridad. Por lo tanto, mi propuesta de exterminar la polarización refleja el énfasis que quiero expresar sobre la necesidad de superar una práctica que ni siquiera explica los comportamientos y posturas ideológicas que han tenido ARENA y el FMLN en la Asamblea Legislativa. Desde 1994, ambos tuvieron que negociar apoyos con PCN y GANA. Creo que es necesario aprobar a la brevedad una ley que permita la recuperación de El Salvador post Covid. Las familias salvadoreñas necesitan más salud, educación, acceso al agua y solventar todas aquellas necesidades que se agravaron con la pandemia. Esta ley promovería la recuperación económica de El Salvador a través de un acuerdo nacional en lo social, económico y social con énfasis en reformas fiscales, especialmente en términos de justicia fiscal. No apoyaría reformas regresivas que afectaran nuevamente a la gente pobre, pero tampoco creo que se deba de imponer nuevos impuestos -cualquiera que sea- sin dialogar con todos los sectores involucrados. Ahora bien, la recuperación se debe iniciar sobre la base de la planificación de un país que año con año recibe el impacto del cambio climático. La amenaza en El Salvador es evidente y crecerá mucho más en las próximas décadas. Es importante que asumamos esta nueva realidad para construir un futuro viable para la población.

Otro de los componentes a tomar en cuenta en la recuperación es el fortalecimiento de las instituciones democráticas, con énfasis en las que garantizan la transparencia a y el combate a la corrupción.

Finalmente, apoyaré la construcción de una sociedad más igualitaria a través de iniciativas que promuevan la participación de los ciudadanos y ciudadanas en la toma de decisión en todos los ámbitos, pero con especial énfasis en la Asamblea Legislativa, pero también en el reconocimiento de los derechos humanos de poblaciones que han sido excluidas. Hablar de diálogo transparente y plural en la Asamblea Legislativa podría parecer ingenuo y poco viable en este momento. ¿Quién quiere dialogar? De hecho, a pocos días de que concluya la campaña electoral, tanto la mayoría de la oposición como el partido en el gobierno se mantienen con la misma estrategia de confrontación. Si bien la apuesta por el diálogo no es “popular” o una prioridad en la agenda política, de ninguna forma le resta valor o legitimidad a la apuesta. Puedes ver el vaso medio vacío o medio lleno. ¡Yo lo veo medio lleno!