A escasos dos meses de iniciarse el año 2021, el país aún no resuelve, en forma aceptable y esperanzadora, una trilogía de graves riesgos para la tranquilidad pública, en momentos de gran inquietud social, agravada por la incidencia patológica de la pandemia viral que, según datos, ya ocasionó centenares de víctimas mortales en nuestro país. Específicamente, me refiero a la trilogía de salud, economía y gastos presupuestarios que, de no encontrarse una vía de solución entre los diversos órganos del gobierno, podría acarrear consecuencias de riesgo que debemos tratar de evitar a toda costa, para librar al país de otras situaciones y consecuencias indeseables que es dable prever sucedan en el panorama de los próximos meses, especialmente, cuando entramos ya a una etapa electoral de suma importancia para el destino nacional.

En cuanto al primer aspecto de esta trilogía, como es la salud, casi a diario se vierten por las redes sociales y publicaciones diversas, que este rubro no ha sido debidamente atendido por el ramo correspondiente y que se han ocultado, tanto estadísticas reales de la pandemia, como de los gastos exorbitantes con pocos resultados, incluyendo en este sector, la creación de “cercos sanitarios”, un término que desde su nominación gramatical es incorrecto y que, en la práctica, son confinamientos obligatorios de municipios, generalmente de poca densidad demográfica y alejados de los focos de mayor incidencia patológica e infecciosa del virus, como son las grandes urbes salvadoreñas. Hasta el momento de redactar esta columna, el titular del Ministerio de Salud no ha dado ninguna explicación justificativa de estos confinamientos que, a juicio de reconocidos infectólogos, no producen efectos preventivos de calidad, sino molestias, incomodidades y resentimientos generales. A lo anterior, sumemos que tanto los personales médicos como auxiliares carecen de insumos farmacéuticos, trajes protectores, mascarillas apropiadas, etcétera. y, sin embargo, se informó que, hasta este momento, el ramo lleva invertida una cantidad superior a los cien millones de dólares en solo pocos meses.

Con respecto al rubro de la economía, no hay aún indicios claros de cómo piensa reactivarse en el futuro inmediato. Ese intercambio de palabras fuertes, que lindan con el insulto personal, plantea la gran incógnita si el gobierno, a través de sus instituciones respectivas, ha comenzado a planificar la conservación de los empleos actuales y la creación de nuevos a corto plazo, así como la formulación de medidas sobre incentivos, préstamos, concesiones, etcétera, para los pequeños, medianos y grandes empresarios del país, sin mediar la preferencia o no hacia el actual mandatario por parte del empresariado nacional. Tampoco ninguna respuesta positiva del actual gobierno ante los pronunciamientos de Asociación Salvadoreña de Indistriales (ASI), Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), cámaras diversas, etcétera, que son, esencialmente, las fuentes del accionar dinámico de la fuerza laboral de la nación. En cambio, abundan demostraciones confrontativas que no auguran nada provechoso para el país en general.

Tampoco encontramos nada efectivo para el sector agropecuario nacional, a excepción de frases románticas de los titulares del Ministerio de Agricultura, pero nada en las arcas de los agricultores y ganaderos, que se ven angustiados por la importación de cereales y verduras.

Finalmente, sigue sin resolverse el impago a centenares de empleados y trabajadores de los órganos Legislativo y Judicial de todo el país, que además de ilegal e incorrecto es una muestra deshumanizada de no atender las necesidades vitales de quienes dependen de esos sectores laborales. Muchos tienen madres, esposas e hijos que sufren de enfermedades graves, han adquirido viviendas mediante préstamos que urgen cancelar, jóvenes que estudian en instituciones privadas, y, tener siempre en forma oportuna los alimentos congruos necesarios para la supervivencia. En suma, padecemos una trilogía de riesgos graves que podrían originar otros escenarios sociopatológicos a corto plazo. Confiamos que prive la buena voluntad, la sagacidad política y el deseo de hacer del presente régimen un gobierno que pase a la historia por favorecer las causas nobles.