Después de más de dos años de negociaciones, el 16 de enero de 1992, el Gobierno de El Salvador, a cargo de Alianza Republicana Nacionalista (Arena), y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), pusieron fin al conflicto armado que dejó más de 70 mil muertos y ocho mil desaparecidos entre 1980 y 1992.

El Castillo de Chapultepec en México fue testigo de cómo las partes en conflicto inauguraron lo que suponía un nuevo comienzo para el país. Los jóvenes nacidos después de la firma de la paz, nuevas generaciones que no vivieron en carne propia el conflicto armado, coinciden en que valores como la armonía, la justicia, la igualdad y la tolerancia son indispensables para construir la paz, pero creen que El Salvador carece de los mismos.

La consolidación de la paz trajo consigo la creación de distintas instituciones que velarían por el cumplimiento de dichos valores: la Policía Nacional Civil, que sustituyó a la antigua Policía Nacional, Guardia Nacional y Policía de Hacienda; el Tribunal Supremo Electoral, y la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos; sin embargo, algunos jóvenes las consideran insuficientes para el pleno cumplimiento de los derechos civiles y políticos de los ciudadanos.

La violencia, la desigualdad económica y los problemas económicos son las principales preocupaciones de estos jóvenes que, a pesar de ser la generación nacida en época de paz, aseguran no haberla vivido nunca.