El presidente de la Asamblea Legislativa, Norman Quijano, cree que los leves ahorros que ha logrado la Asamblea Legislativa en rubros como viajes, telefonía, combustibles, gastos protocolarios y planilla, han sido logros que, en un 85 %, han tenido votos de los directivos de otros partidos políticos. El funcionario cuenta algunas de las irregularidades con las que se encontró en la Asamblea Legislativa.
¿Cuál es su evaluación de la gestión administrativa?
Estamos haciendo un esfuerzo para corregir los abusos que históricamente se han dado en la Asamblea. Desde el primer momento, desde el protocolo de entendimientos, se llegaron a acuerdos, bajamos tres directivos. El primer gesto fue el 8 de mayo, anunciamos que no íbamos a usar las 11 camionetas de los directivos. Se obtuvieron $331,600 de la subasta. Tres palabras, consenso, austeridad y transparencia, son las que han primado en todas las decisiones. Todas las decisiones, quizás hasta un 85 % han sido tomadas por consenso de la junta directiva a iniciativa de este servidor, unos han apoyado en una cosa, otros en otra y otros han apoyado en todo. La Asamblea Legislativa ya dejó de ser la agencia de viajes que fue en el pasado, hasta el último de abril, todavía.
¿Se pueden disminuir más los viajes?
Por supuesto. Voy a llegar a fin de año y estimo que de mayo para acá, va a haber un remanente de $150,000 que siempre se han gastado, en la partida de boletos y viáticos. Estamos dando un decreto de retiro voluntario para el mes de noviembre y diciembre. Esto con el objeto de seguir bajando la planilla. En otra administración, nunca te quedan cinco centavos. ‘Mirá, ya no hay viáticos’, entonces, los diputados pierden el interés de viajar porque no hay viáticos. Yo he declinado la participación en 17 viajes, hubiera implicado la erogación de $55,341 solo en viáticos.
¿No piensa mejorar la administración de viáticos?, ya que actualmente los diputados no están liquidando viáticos.
No, nunca se le exige a un diputado que liquiden sus viáticos, algunas veces va incluido que ellos se tienen que inscribir en un congreso, es un derecho que da el reglamento. Ningún diputado rinde informes sobre sus viáticos.
¿No lo piensa reformar?, en el pasado se ha criticado que cobran viáticos a la organización que invita y la Asamblea. Incluso, algunos han declarado los viáticos como ingresos.
Ah, sí pero ha habido diputados que ganan $60,000 al año en viáticos y yo lo he visto. Tengo los nombres, pero no es mi afán venir a señalar.
¿Cuál ha sido el mayor obstáculo para la austeridad?
En el tema de la sustitución de plazas nunca acompañó el FMLN. Cuando yo llegué denuncié plazas fantasmas, la Asamblea había hecho una excesiva contratación en los últimos cinco meses y en los primeros días no me quisieron dar facultades. Les dije: ustedes le dieron facultades a Lorena, a Guillermo. Había un abuso, que sabían que yo iba a llegar a hacer recortes. El recelo político, para empezar.
¿Existen las plazas fantasmas?
Tengo más de 45 demandas en la Sala de lo Contencioso, a juicio de ellos por despidos injustificados, tengo un staff de abogados respondiendo las demandas, ha ido el Sitral (Sindicato de Trabajadores de la Asamblea Legislativa) a Costa Rica por despidos arbitrarios. La Asamblea tiene tres tipos de empleados: los empleados correctos que marcan tarjeta, tienen su escritorio, tienen manual de funciones, esos son los mejores, son la mayoría. Un segundo que llega, se va a la sala de sesiones a ver televisión, no tiene escritorio, que gana $2,500 y está en ley de salarios, no lo puedo quitar, si procedo, me va a demandar. Rauda, el jefe de seguridad, dirigió las operaciones de los universitarios que llegaron a apedrear la Asamblea y lo trasladé a Santa Tecla y lo suspendí por tres meses. Hoy sacamos acuerdo para sacarle salarios caídos porque el juez me obligó, gana casi $3,000, y con fotos y todo. También, se han dado casos que me dicen que hay fulano que cobra $2,000 y nunca ha llegado a trabajar, esa es plaza fantasma. En las departamentales aparecieron un montón de fantasmas. Empezaron a llegar y empezamos a recortar. Es un proceso, no puedo proceder arbitrariamente, notificarle, amonestarlo. Eso toma tiempo. Te viene el diputado amigo de él: ‘Mire, doctor, usted me quiere echar a mí a la persona, nombre, si es mi cuñada, ¿y cómo va a la despedir?’. Al final, eso satura al presidente de peticiones.