Alejandro Gutman: “Siento que a este país le di todo”

Domingo 09, Junio 2024 - 4:24 AM
Alejandro Gutman en su oficina de la Dirección de Integración. / Francisco Valle

Entrevista al presidente ad honorem de la Dirección de Integración. De futbolista a funcionario público, de ignorado por décadas a ser una persona de la confianza del presidente Bukele.

Se siente el olor a nuevo, casi a pintura fresca. En la modesta oficina de Alejandro Gutman, presidente ad honorem de la Dirección de Integración, ubicada en la colonia Zacamil, domina el color blanco y el silencio. Como buen futbolista que alguna vez fue -incluso llegó a jugar dos partidos de la Copa de Europa (equivalente a la Champions League de hoy) para el Hamrun Spartans, de Malta-, este argentino de 63 años recurre a términos o referencias futbolísticas a la hora de dar ejemplos. Hay dos banderas, algunas carpetas, pocos papeles sueltos, un mural aun por colgar y sobre el escritorio una mini biblioteca con versiones en miniatura de Don Quijote y Mafalda, entre otros libros. -¿Estás estrenando oficina? -Sabés que yo en veintitantos años trabajando en El Salvador con la fundación nunca tuve oficina. Perdón, nunca tuve un escritorio, ni siquiera tuve una silla. -Eras nómade. -Nómade. Esto para mí es muy inusual. Y estoy feliz de estar acá porque que son instalaciones muy adecuadas, en un barrio humilde, en donde debe estar. Las oficinas son muy cómodas, solo hay que hacer algunas refacciones, pero además nos ahorramos una cantidad de dinero muy importante porque hoy el alquiler en El Salvador está carísimo. Ese dinero uno lo puede utilizar en proyectos, así que feliz. -Igual no pasas mucho tiempo aquí... -No, no, hay que estar en las comunidades, en otras reuniones. Paso poco. Pero aunque parezca mentira, debería estar un poco más acá para solucionar y tener el tiempo para pensar algunas cosas importantes. La vorágine muchas veces no te lo permite. Hay que parar la pelota de vez en cuando y resolver cosas con mayor profundidad. -Pero vos no sos de parar la pelota. ¿Cuántas horas trabajas? -Todos los días, de 12 a 15 horas. A las cinco de la mañana normalmente estoy arriba. Y a la noche vuelvo al hotel entre las 9 y las 10 de la noche. A mí siempre me gustó dormirme viendo la tele, pero ahora llego, me tomo las pastillas y a la media hora estoy dormido. Ceno en el hotel, que es lo peor que hay. No porque la comida sea mala, pero llega a un momento que es muy aburrido y no tenés ganas de comer a las 9:00 de la noche. Llevo una vida muy desordenada, no hago gimnasia, nada. Hago todo lo que no se debe hacer. -¿Dónde quedó aquel jugador de fútbol? -Eso, ¿dónde quedó? Tendría que poner alguna foto en las paredes para recordarles a algunos que me ven en este estado tan deplorable. -Pero físicamente te ves bien. -No, para nada. Cuando jugaba, pesaba entre 79 y 81 kilos. Ahora estoy en 78 o 79, pero porque perdí muchísima masa muscular y no tengo el tiempo de hacer pesas. Todo se cae y eso está mal. Así que se me ve flaco, pero no soy un flaco muy saludable. -¿Cuántos meses llevas el cargo oficialmente? -Como 5 o 6 meses, y ya estamos ejecutando en el terreno desde hace mes y medio. Hay que entender lo que significa construir algo desde cero. Estoy aprendiendo en este ejercicio porque para mí la actividad pública es algo novedoso, pero es tremendamente engorroso y burocrático, como todo el mundo imaginará. -Demasiadas cosas, ¿no? -La contratación de la gente, las especialidades, los manuales, toda la narrativa, las instalaciones, el desarrollo de los proyectos, instalar la política pública en un país, las relaciones con todas las instituciones y cien cosas más. Esto te drena... Hay que encontrar a la gente más adecuada, que no solo tenga la capacidad o el conocimiento de esa actividad que vaya a realizar, sino que esté a la altura para comprender que se trata de una política pública masiva. No es lo mismo que una institución pequeña o privada. Además, tenés que conocer cómo se mueve el Estado, porque sin eso te empantanas y te ahogas allí. -¿Y entonces? -Yo tengo una forma de ser muy vertiginosa y es una lucha permanente entre lo que uno quiere hacer y lo que el Estado, que por más buena voluntad que tenga, te permite. Y eso que tengo una voluntad política que emana directamente el presidente, ¿qué mejor que eso? -Tenés línea directa... -Hay una suerte magnífica en ese apoyo extraordinario, pero los pasos burocráticos no te los podés saltar porque cometés un ilícito. Entonces empezás a lidiar con temas de compras. Ninguna compra o contratación se puede realizar si no lo haces a través de la ley de compras, y quizás te gana alguna empresa que no es de las mejores y que te empiezan a fallar, pero que económicamente era adecuada a las pautas. Al final, es experiencia uno que va ganando. -¿Es complicado entonces? -No es fácil el aprendizaje de una institución pública, pero encuentro en un montón de colegas funcionarios y de distintos ministerios y entidades públicas unos deseos y una voluntad de ayudar a que esto sea mucho más llevadero. Podés sentir que el Estado es un monstruo y te frustras, pero me encuentro con un ministro, con un director de una entidad, el procurador, y veo esa voluntad. Eso te motiva, te da muchas ganas, así vamos aprendiendo a lidiar con eso cotidianamente. -¿Alguna te imaginabas ser funcionario? -No, nunca, nunca. -¿O no te considerás funcionario? -De alguna manera lo soy, sería un engaño decir lo contrario. No tengo la formación obviamente de un político tradicional, ni he hecho una carrera de funcionario público. Mi aspiración es que el modelo de desarrollo social que habíamos venido llevando a cabo con la Fundación durante más de 20 años se convirtiera en una política pública, pero me imaginaba que iba a ser una suerte de consultor. -¿Consultor? -Sí, qué sé yo, alguien que de alguna manera pudiera acompañar el funcionamiento de una institución. Sin embargo, cuando me llamó el presidente Bukele en octubre del 2022, me lo dijo claro: "Alejandro, usted no se puede ir, es el que más conoce de estos temas”. -Y pensar que amenazaste con hacer una huelga de hambre para que te escucharan... -Siii... ¿Te acordás de la huelga de hambre? En definitiva, yo creo que no la hice porque nadie le prestó atención. Por las dudas, ya había hablado con los alumnos de IEPROES, que es una escuela de enfermería, ya que tengo una enfermedad que se llama CPT2, que no produzco una encima. Entonces, si yo me alimento o si no tomo agua con cierta regularidad, mis músculos se paralizan y se endurecen y se me dañan los riñones. Soy el único jugador de fútbol que se conoce con esta deficiencia, esto fue estudiado genéticamente... -¿Y qué pasó con la huelga de hambre? -Yo dije: "Bueno, a alguno le va a impactar... -¿Y no? -No. A nadie le importó. ¿Para qué voy a hacer una huelga de hambre? Me voy a morir y los únicos que la van a sufrir son mi familia y mis amigos. No tenía sentido. Por suerte el presidente tuvo esa visión, esa mirada, cuando me dijo: "Alejandro, lo vamos a acompañar, lo necesitamos. Usted que conoce todos estos temas de la pobreza, guíenos en el camino que tenemos que seguir”. -¿Y te sorprendió que después de 20 años de lucha se diera de repente? -Sí, te sorprende, porque es una cosa que vos anhelás. Es un cimbronazo cuando estás con el presidente tres o cuatro horas y te dice eso. Conmigo siempre me mostró mucho respeto y mucha humildad. Y que me dijera esas palabras, las palabras justas, ni más, ni menos... Yo pensé que en algún momento me iba a decir "pero mire que...” -¿”Un fíjese que...”, algún pero... -Sí, que en algún momento me condicionara algo, ¿no? Hasta el día de hoy, y ha pasado mucho tiempo, no hubo nadie que me sugiriera un cambio. Ni él ni alguien que enviara él. Es por eso que yo vengo diciendo, que si no estoy a la altura, si no podemos cumplir con los objetivos trazados, va a ser una gran responsabilidad de mi parte. -Pero es difícil medirlo ahora. -Por supuesto que toda esta transformación social no se puede hacer solamente de esta Dirección de Integración. El tema es que todas las instituciones participemos en esta construcción y una gran parte de la sociedad, pero no he encontrado ningún tipo de barreras o de condicionamiento. Yo me había reunido con todos los presidentes anteriores y nunca encontré ningún tipo de vocación política de transformación de sus pueblos, hasta que hablé con el presidente Bukele. -La insistencia paga... -Bueno, creo que si hay algo que he podido construir también es una credibilidad, ¿no? ¿Recibiste críticas tras aceptar el puesto? -Te la resumo así. Yo por suerte no veo las redes. Sabés que soy muy torpe, muy ignorante con la tecnología. Apenas si sé prender la computadora y me cuesta contestar un WhatsApp. Así que no me guío por las redes. -¿Pero te han criticado? Sí, y yo respeto las críticas, las que tienen un sentido. Pero cuando te metiste en este baile de la política, yo estoy dispuesto a que me despedacen. Estoy preparado para que me despedacen. La política está muy asociada al poder, no solo al poder político, sino también a los distintos intereses de poder que existen. Al final, siempre vas a afectar algunos intereses. Esto es inevitable, son las reglas de juego. -¿Entonces no te afectan? Yo me nutro mucho del cariño de la gente en las comunidades, en la sociedad en general. Percibo mucho respeto y cariño. No estoy acá para que me den una medalla, tampoco dinero, ni para un concurso de popularidad, así que es inevitable que haya crítica. Los latinos somos un poquito chusmas, aunque hay otros que hacen de eso su forma de vida. -¿Consideras que el objetivo que pretendes alcanzar es más grande que las consecuencias negativas que te puedan generar? -Sí, sí, no se puede ni comparar. Siento que a este país le di todo y le sigo dando todo. Por lo tanto, si alguien que está con una convicción y una lucha de su vida, que ha dejado todo durante más de 20 años, tendría que ser un verdadero imbécil si las críticas que pudieran mellar mi credibilidad o me detuvieran. ¿Cómo miraría a mis hijas? ¿Cómo miraría a mi esposa o a mi socio y amigo Andrés Cantor? A ellos los abandoné por este proyecto, así que no me puedo poner a llorar porque Josecito me criticó por cualquier tontería... sería un verdadero imbécil y tendría que revisar mi vida entera. -¿Ya sos inmune? -No, no soy inmune a todo, pero pongo las cosas en perspectiva. -Hablabas de tu socio Andrés Cantor, conocido narrador de Telemundo. ¿Qué te dice que le dedicas tanto tiempo a este proyecto? -Con Andrés somos amigos y socios desde hace 35 años. Es mucho más generoso de lo que muchos piensan que yo puedo ser. Quizás si yo hubiera tenido un socio haciendo esto, no lo hubiera aguantado. Y Andrés jamás me cuestionó nada, nunca, y mirá que lo dejé solo en estos 20 años. La semana pasada ganó el octavo Emmy en su carrera, es una leyenda en los Estados Unidos, y no pude llamar para felicitarlo. -Volvamos al plan, ¿cómo fue la presentación del modelo de desarrollo que se hizo en la Binaes? -Fue un momento de inflexión. La biblioteca es estupenda y ese auditorio uno tiene capacidad para 340 personas y había 390. Un momento muy especial, porque pasé de aquel anonimato, de tanta lucha, del evento de las sillas vacías donde no iba nadie a este en el que tenía al vicepresidente electo al lado... Además, seis ministros, 14 directores de autónomas, 20 diputados... -¿Los ibas contando? -Sí, sí, tengo todo apuntado, y a los que no vinieron también. Pero contento porque además llegó el embajador de China, de la gente de Estados Unidos, de organizaciones internacionales, prensa nacional e internacional, procuradores, la Corte de Cuentas, gobernadores, alcaldes, el presidente del INDES... Tener eso significa un gran respaldo. -Es un desafío también porque después de esto hay que llevar a cabo todo esto... -Sí, pero el desafío más grande es con la gente, cumplirle. Es decir, la lucha es por la transformación de la gente para que pueda vivir mejor, y si eso lo tengo incorporado, es parte de mi vida. Voy sintiendo apoyo en muchos ministros, muchos directores de autónomas y funcionarios en general. Yo esperaba encontrarme con gente burócrata, con políticos medio de cuarta, pero no. Hay algo que dije el día de la presentación en la Binaes... -¿Qué dijiste? -Vos no viniste ese lunes, ¿no? -No -¡Estás anotado!!! Ahí dije que uno de los objetivos es poder construir una imagen de un funcionario distinto. No de mi persona, de los funcionarios en general, que seamos agradecidos con aquellos que... No todos los políticos son como uno piensa. Yo conozco muchos funcionarios extraordinarios y me enorgullece poder trabajar con ellos, y me motivan para estar haciendo estos esfuerzos. Uno no puedo poner la mano en el fuego por todos, porque eso sería una tontería, pero sí que veo muchas cosas distintas de las que uno pensaba, y que tengo la obligación moral de contarlas. -¿Tenés que estar adentro para ver esas cosas o se pueden ver desde afuera? -De adentro se ve muy bien, porque ahí es donde ver la realidad. Ves si hay interés o hay desgano, ves si el tipo está mirando el teléfono en la reunión todo el tiempo; o, por el contrario, está preocupado, opinando, creando, construyendo, llevándose tarea para la casa... De afuera se ve en las obras, porque la narrativa puede llevarte a cualquier lado. -¿Cómo? -Claro, quiero que me cuenten qué transformaron. Hoy es el mundo de los consultores, sobre todo en las organizaciones internacionales, donde hay consultores ricos que viven de la pobreza, cosa curiosa, ¿no? Tienen un montón de acreditaciones que incluyen en el currículum, un montón de conocimientos. Yo digo: "contame, ¿qué transformaste? ¿Qué pudiste transformar concretamente?” Entonces, a partir de ahí hablamos. Por eso yo siempre respeto mucho más al tipo que está trabajando en el terreno. Podemos diferir profundamente en nuestras ideas, pero el tipo está ahí aguantando todo lo que no quiere aguantar la mayoría, y hay que escucharlo siempre porque está dejando el lomo ahí, porque está hablando con la gente. Como decía Carlos Bilardo: "hay que estar”. -¿Eso es indispensable? -Por supuesto, hay que estar, porque conocés a la gente, compartís, aprendés y descubrís... Te aguantás el calor y el frío, los mosquitos, la tierra... Nosotros tuvimos 20 años bajo las balas. Hoy ya por suerte se vive en una época de seguridad tremenda. Aquí hay dos maneras de hacer el cambio. Una es la que se viene tradicionalmente usando con las políticas públicas y las organizaciones internacionales, en donde ellos quieren mejores pobres y donde son oportunidades puntuales para uno o para otro. -¿Y la otra? Es un nuevo modelo de desarrollo social que apunta no a tener mejores pobres, sino a menos pobres, que la gente pueda ir construyendo esos caminos de desarrollo, sintiéndose que va decidiendo su propio futuro. Las organizaciones internacionales deben tener la obligación de transformar la realidad y romper esos embudos sociales que mantuvo la gente históricamente. -¿Y no lo hacen? -No lo hacen. No pueden, no saben y no quieren. Porque para hacer esa transformación hay que meter la manito en la tierra. Y te duele, no es cómodo. En esta oficina tenemos aire acondicionado, café, puedo pedir una Coca-Cola, tenemos una silla cómoda, buena luz, no hay mosquitos, estoy fenómeno. Ir a la comunidad representa una carga de energía distinta. -¿Cómo viviste el cambio del tema de la seguridad? -Ni hablar. ¿Cuántas veces me estuvieron por matar? ¡A mí! Así que imaginate a la gente que vive allí. El 60 % de la población que vive en las comunidades sufrió de una manera tremenda durante dos o tres décadas. Hoy es otra vida. No hay manera de dimensionar a quienes no hemos vivido allí. Yo, de alguna manera, incluso he vivido ahí por espacios de tiempo corto. ¿Qué efectos crees que quedaron en la personalidad de esa gente a partir de esa forma de vida, de esa violencia? -Algunos dentro del Régimen de Excepción fueron capturados inocentemente, ¿hay algún proyecto para ellos? -Los proyectos son para todos. Para todos. El otro día me preguntaban por los hijos de los pandilleros. También. ¿Cómo no va a haber? Nadie debe quedar afuera de las posibilidades del desarrollo. Nosotros llevamos adelante ocho proyectos distintos en donde queremos que participen en todos.