La investigación, publicada oficialmente este lunes, explora la utilización de los servicios financieros digitales en Centroamérica, así como el papel de la banca privada en el desarrollo de las economías.
El estudio señala que el crédito bancario al sector privado en la región de Centroamérica y República Dominicana (CAPARD) mantuvo un crecimiento significativo en la última década, que en el caso de El Salvador pasó de un 46.9 % como proporción del Producto Interno Bruto (PIB) en 2010 a un 52 % en 2022.
En la distribución de los activos de la banca, cerca de un 30 % de los créditos se destina a las empresas. Similar porcentaje comparte Guatemala y solo es superado por Honduras, que se acerca al 40 % de la cartera de préstamos.
Cerca de un 10 % de los créditos en El Salvador se dirige a vivienda, un 15 % para consumo, un 12 % a títulos de deuda pública, un 28 % corresponde a fondos disponibles y un 5 % al resto de préstamos.
La banca en El Salvador está conformada por 12 grandes instituciones, de las cuales cinco son de capital local. De estos, tres son privados y dos estatales. La Asociación Bancaria Salvadoreña (Abansa) reporta que a febrero de 2024 los préstamos brutos alcanzaron $16,470.7 millones, un 4.7 % de crecimiento interanual.
Según el estudio del BID, los servicios bancarios tienen amplia cobertura, pero los efectos positivos se ven reducidos con mayores tasas de intereses. Con excepción de Panamá, la diferencia entre el tipo de interés de los créditos y los depósitos es superior al promedio de América Latina.
“Las tasas son particularmente altas en el crédito al consumo, en especial en tarjeta de crédito”, señala.