La mitad de los salvadoreños tiene vivienda propia, de las cuales una buena parte aún está construida con materiales de adobe, lámina, bahareque o paja, revela la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de 2021.

En El Salvador hay más de 1.92 millones de hogares, de estos 979,611 (el 50.8 %) son propietarios ya sea de una casa, un apartamento, un condominio, una pieza de un mesón o tiene una vivienda improvisada.

Un 22.2 % de los salvadoreños es “ocupante gratuito” contra un 13.3 % que entra en la categoría de “inquilino”, según la última encuesta elaborada por la disuelta Dirección General de Estadísticas y Censos (Digestyc).

El 7 % es propietario de una vivienda en terreno privado y un 2.4 % vive en una casa construida en terreno público. Apenas un 3.9 % de los salvadoreños es dueño de una propiedad que está pagando a plazos.

La encuesta también arroja datos sobre el hacinamiento, un indicador básico para evaluar la calidad de vida de las personas pues cuando una familia vive bajo está condición es más propensa a sufrir violencia doméstica, desintegración, abusos y violencia sexual.

Se estima que el 40.9 % de los hogares a nivel nacional vive en condición de hacinamiento, es decir, que hay tres o más personas por dormitorio e incluso en algunas casas no hay habitaciones exclusivas para dormir. Ese porcentaje sube a 53.6 % para la zona rural y baja a 33.1 % en la urbana.

¿De qué están hechas las viviendas?

Dos de cada 10 hogares salvadoreños viven en casas elaboradas con adobe, lámina, bahareque, materiales de desechos o palma.

En la misma encuesta, el Gobierno reconoce que los materiales de una vivienda inciden notablemente en la calidad de vida de las personas en aspectos como la salud, en particular en los niños y personas adultas.

Según los datos oficiales, el 76.4 % de las viviendas a nivel nacional tiene paredes de concreto o mixto. Este es un material más sólido y resistente a las lluvias y sismos, pero tiene un mayor costo que no todos los salvadoreños pueden asumir cuando construyen.

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Como resultado, el 86.9 % de las viviendas en la zona urbana tiene paredes de concreto mientras que en la rural es de 59.2 %.

En la zona rural aún hay varias casas con paredes de adobe, el 22.6 %, que refleja la precariedad de las familias que en su mayoría dependen de la agricultura familiar y solo alcanzan para cubrir las necesidades básicas. Ese porcentaje se reduce a 5.9 % en la región urbana, así queda un promedio nacional de 12.2 %.

Lo mismo ocurre con los hogares que tienen paredes de lámina metálica, que en la zona urbana es de 6.1 % y en la rural de 11 %.

Además, las estadísticas revelan que tres de cada 10 casas en El Salvador tienen un piso de ladrillo de cemento, equivalente al 33.9 %. Seguido de un 27.6 % que es solo de cemento y 24.3 % de ladrillo cerámico.

Aún hay un 13.8 % de las viviendas con piso de tierra y 0.4 % de ladrillo de barro.

En cuanto a techos, el 55.5 % de las casas tiene lámina metálica y un 23.2 % asegura tener lámina de asbesto o fibra de cemento, mientras que un 18.2 % tiene teja de barro y 2.9 % losa de concreto.