El presidente de la Asociación Cafetalera de El Salvador (Acafesal), Sergio Ticas, reconoce que para los productores el mejor logro del primer gobierno de Nayib Bukele fue la seguridad, pero asegura que la caficultura, que ha acompañado la economía por más de dos siglos, sigue en cuidados intensivos a la espera de una política que la reactive.

Con las pandillas acechando, los productores tenían inconvenientes para llevar cortadores de otras zonas, no podían ingresar a las fincas y tenían que pagar extorsiones, que, según cálculos de Acafesal, representaba $30 millones anuales.

Para los próximos cinco años de la Administración Bukele, el sector espera la ejecución de una política que resuelva los principales problemas del sector: el endeudamiento y la renovación del parque cafetero con variedades resistentes al cambio climático y de mayor productividad.

A pesar de las promesas de una reestructuración de la deuda, que supera los $400 millones, hasta ahora no se ha ejecutado un plan para mejorar el perfil de los productores. Acafesal asegura que no quieren dinero gratis, sino financiamiento en condiciones adaptadas a los riesgos del sector.



¿Cómo evalúa la primera administración de Nayib Bukele en el apoyo a la caficultura?
Podría dar fe de los últimos dos años que han pasado porque fue cuando tomé posesión (en 2022) como presidente de Acafesal. Estaba analizando, juntamente con mi junta de gobierno, y todas las expectativas, la gran mayor parte, se cumplieron, como entregas de insumos, transferencia de tecnología por, más que todo, un programa de resiliencia de fondos del BID.

Lo otro más importante que nos ha ayudado es el plan de seguridad, en el sentido que ahora, en nuestras fincas, ya podemos hacer labores agrícolas. Ya en un 99.9 % ya no nos están extorsionando los mareros y todo ese dinero, que antes dábamos en extorsiones, ahora estamos ocupando para las actividades agrícolas.

¿Hay 0.1 % que todavía está pagando extorsiones?
Sí, pero yo podría decir que ya casi estamos hablando de un 100 % porque hemos preguntado a todos los caficultores y nos han dicho que ya, gracias a Dios, no estamos pagando extorsiones.

¿Considera que el tema de seguridad sería el principal logro para la caficultura?
Sí, porque el tema de seguridad es muy importante, no solo para el café, sino a nivel nacional. Pero, en el tema que nos corresponde a nosotros, sí, porque antes no podíamos llegar a nuestra finca y ahora ya podemos llegar, ya podemos contratar para la corta, porque antes amenazaban a los cortadores. Es por eso que también se vino abajo la producción, a parte de los efectos del cambio climático.

¿La Acafesal hizo estudio de cuánto el sector pagaba en extorsiones a las pandillas?
Nosotros hicimos un estimado a nivel nacional y andábamos que se paga en extorsiones aproximadamente $30 millones al año, eso es lo que pagábamos en la mayoría. Más que todo los caficultores que están en las zonas altas del volcán de San Salvador, como también en las zonas del volcán de Santa Ana.



¿Qué opina de los constantes cambios que hubo en la dirección del Ministerio de Agricultura, cuatro ministros cambiaron durante cinco años?
Hay que entender que esas son decisiones del Ejecutivo, allí no me gustaría ni criticar a favor ni en contra, pero, sí, definitivamente, siempre que hay un cambio de autoridad es como comenzar de nuevo. La verdad, nosotros, quien esté fungiendo como ministro, siempre vamos a trabajar con ellos porque la Asociación Cafetalera tiene que hacer equipo con las autoridades del Ministerio de Agricultura.

En abril de 2021 se aprobó un fideicomiso de más de $650 millones para reactivar la caficultura. ¿Qué avances hubo?
Entiendo que todavía están trabajando, viendo de dónde van a conseguir el dinero, pero hasta ahorita no hemos visto anda en concreto, pero son temas que los vamos a tocar para el próximo quinquenio.

¿Qué es lo que necesita la caficultura para los próximos cinco años?
Nosotros como Asociación Cafetalera, en la última reunión que tuvimos con este gobierno, para este quinquenio, ya después del primero de junio, ya acordamos nosotros que nos vamos a reunir con el despacho del Ministerio de Agricultura, así como con autoridades de Capres. Vamos a pedir una reunión para empezar a trabajar en una nueva política cafetalera que vaya acorde a las necesidades que tiene ahorita el productor.

Es decir, en temas cómo prepararnos para los efectos del cambio climático. También el endeudamiento que tiene el sector cafetalero con la banca estatal y privada, y otra cuestión que nos interesa mucho es la investigación y la transferencia de tecnología, ya que ya contamos con un instituto de investigación del café. Son de los temas más importantes porque el tema de seguridad ya está resuelto. Ahora hay que partir de la seguridad en adelante, qué vamos hacer, porque la idea de nosotros es hacer equipo con el gobierno de Nayib Bukele, a través del Ministerio de Agricultura, para sacar adelante la caficultura.

Hay partes del bosque cafetaleros que tienen todavía 25 años de antigüedad y la deuda que se viene arrastrando de 2013 los presiona. ¿En la balanza, qué urge más resolver: tema de deuda o renovar parque cafetalero para activar la productividad?
Partamos que venimos de un cafetal que está muy envejecido. Recuerde que en las últimas administraciones no se ha tomado el tema del café, no se le ha dado mucha importancia. Con el nuevo gobierno, por lo menos, ya entramos en plásticas en los últimos dos años para ver cómo le entramos para renovar el parque cafetalero.

Algunas manzanas ya están trabajando y se está viendo el fruto. Pero sí, la renovación es muy importante, pero es un complemento la deuda porque, si no tenemos capital de trabajo para renovar y trabajar nuestras fincas, de nada sirve que nos estén regalando plantitas, pero es sí es un complemento.

Allí va también la investigación y la transferencia de tecnología porque nosotros no podemos hacer lo mismo que hemos hecho en los últimos 15 o 20 años, no podemos tener resultados diferentes.

¿Por qué el sector no se ha recuperado de la crisis de la roya desde 2013 mientras que los países de la región sí?
Eso es por carecer de una política cafetalera. Si nos comparamos con Honduras y Guatemala, ¿por qué ellos sí han sacado adelante y nosotros no? Porque ellos siempre han tenido una política cafetalera, han tenido un instituto de investigación y transferencia de tecnología, y nosotros como El Salvador no teníamos ni política cafetalera ni un instituto.

O sea que nos quedamos estancados. No hicimos nada en los últimos 30-40 años. ¿Entonces, cómo podíamos avanzar? En lugar de crecer, mejor bajamos. Hasta la fecha, no podemos lograr llegar al millón de quintales (de café). Honduras sobrepasa los 8 millones, Guatemala anda por 7 millones de quintales.

Es de carácter urgente empezar a trabajar en una nueva política cafetalera, por supuesto con el apoyo del gobierno, aquí hay que hacer equipo.

En la agenda de corto plazo, de los problemas que tiene el sector el sector, ¿no están los fideicomisos (FEC y Ficafé) que vencen en diciembre 2024?
Cuando yo le hablo que vamos a hablar del endeudamiento del sector cafetalero, allí entra el Ficafé porque no vamos a esperar a diciembre para ver qué hacemos. Ahorita tenemos que prepáranos para ver cómo vamos a tocar el tema de Ficafé.

¿Qué pasaría si no se renueva la prórroga, comenzaría el embargo de las fincas?
Partamos que hasta el momento no hemos aumentado la productividad por manzana. Entonces, si no arreglamos esa situación del Ficafé, vienen los embargos.

Ni al gobierno, ni al país, ni mucho menos a nosotros conviene. Nosotros lo que queremos es que nos dé la facilidad para trabajar nuestras fincas, por lo menos que nos den dinero para repoblar al sector cafetalero y, al mismo tiempo, que nos dé dinero para inyectar capital fresco para seguir trabajando en nuestras fincas. El tema de Ficafé tiene que ver una salida positiva.

Cuando dice que nos den dinero, ¿se refiere a una cartera de refinanciamiento de la deuda del sector o como subsidios?
Nosotros no queremos condonación. Siempre queremos honrar nuestras deudas. Nosotros lo que necesitamos es que nos ayuden con créditos, por lo menos de repoblación del parque cafetalero y el otro para inyectar capital fresco para así tener cómo honrar nuestras deudas. Por lo menos, nos tienen que dar de cuatro a cinco años de períodos de gracia mientras levantamos nuestras fincas. Es la única manera para subir nuestra producción.

¿Continúa la migración de los pequeños productores que se agudizó en 2017 a partir de la caída de los precios internacionales del café? ¿Continúa la reducción de mano de obra?
Siento que ha mejorado el abandono de fincas de los pequeños caficultores con estos programas que han dado resiliencia, están ayudando más que todo a los pequeños caficultores de siete manzanas para abajo.

La otra cosa que nos afecta bastante, que no está en nuestras manos, son los efectos del cambio climático. No es fácil y, a parte, los precios internacionales de la bolsa están fluctuando mucho. Hasta ahora hemos visto un aumento de $12 a $15, con la situación que está pasando en los grandes productores del mundo, como Brasil y Vietnam.

Hace un par de año se escuchan muchas alarmas de que la caficultura iba a la deriva y se iba a terminar el sector por el cambio climático y la falta de medidas. Todos esos augurios de que la caficultura iba en debacle, ¿se han aislado o todavía están las alertas?
Estamos trabajando. Si la caficultura ahorita, por lo menos en nuestro país, está en cuidados intensivos y tenemos que hacer algo. Yo sé que estos últimos dos años (...) hemos hecho mucho, pero nos falta hacer más, por eso este nuevo quinquenio tenemos que trabajar más en una política cafetalera donde veamos temas de investigación, transferencia de tecnología, deuda y cómo contrarrestar los efectos del cambio climático.

¿Cuánto debe el sector cafetalero?
El último dato que tenía, anda de $425 a $450 millones.

¿Buena parte de esta deuda está contraída con la banca pública?
Sí, con la banca estatal está la mayoría y lo otro con la banca privada. Creo que si encontramos una buena política cafetalera podemos darle una salida a la deuda que tiene el sector.