Desde que inició la guerra el 24 de febrero en Ucrania al menos el 16% de los niños muertos confirmados eran menores de cinco años. En estos 6 meses, se han contabilizado 942 niños muertos o heridos, una media de cinco niños cada día, de los cuales 356 perdieron la vida y 586 resultaron heridos, según datos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Se calcula que más de seis millones de ucranianos han tenido que dejar sus hogares tras los ataques rusos. Entre ellos, se calcula que 3,1 millones de niños y niñas viven como refugiados en los países vecinos. Además, se estima que unos 3 millones de niños y niñas están desplazados internamente dentro de Ucrania.
Los rusos han sido despiadados, con matanzas en poblados emblemáticos y dejan una estela de destrucción por donde pasan.
A todo eso hay que agregarle que la guerra ha provocado altos precios de los alimentos y escasez, agravados por el corte de los envíos de fertilizantes y granos desde Ucrania y Rusia que aunque se están reanudando, ya causan hambre y malestar generalizados en el mundo en desarrollo. Los gobiernos, las empresas y las familias en todo el mundo están sintiendo los efectos económicos de la guerra. La inflación y los costos de la energía se han disparado y ha dejado a Europa al borde de la recesión. Pero lo peor es la muerte de tanta población civil y la imposibilidad de ver una solución a corto plazo.