La Fiscalía, manejada a su antojo por el presidente Alejandro Giammattei, inventó burdos cargos contra el partido Semilla del candidato Bernardo Arévalo, pero además logró que un tribunal utilizado para esos menesteres, ordenara la suspensión de la personería jurídica del instituto político con lo que buscaba evitar su participación en la segunda vuelta. Pero el Tribunal Supremo Electoral hizo caso omiso y proclamó a los ganadores de la primera vuelta y luego la Corte de Constitucionalidad rechazó la decisión del tribunal.
Esto además provocó una ola de manifestaciones y el repudio de los guatemaltecos a una fiscalía que se ha caracterizado en proteger la corrupción y perseguir precisamente a los que combatieron la corrupción en gobiernos anteriores, incluyendo jueces, fiscales, periodistas y defensores de derechos humanos.
Los guatemaltecos han logrado superar este impasse gracias a la fortaleza e independencia de sus instituciones y habrá que ver si la segunda vuelta electoral, prevista para el 20 de agosto, ya no tiene sobresaltos ante el pánico de los gobernantes salientes de la pérdida inminente del poder.