Es un caso extremo pero tristemente no único ni extraño. Es bastante frecuente que motoristas del transporte colectivo usen drogas o alcohol a la hora de conducir las unidades. Además, muchos de ellos no tienen ni siquiera los papeles en regla para conducir debido a la acumulación excesiva de multas de tránsito, tal como lo mostró recientemente la misma PNC cuando detuvo a otro motorista que había lanzado un microbús sobre un arriate en una importante arteria capitalina.
En el caso del motorista de la ruta 41D, este fue capturado en Las Margaritas de Soyapango, con 164 grados de alcohol en sangre, es decir, técnicamente estaba borracho.
Mucha de la responsabilidad de esta situación es de los dueños de las empresas de transporte que por ahorrarse unos centavos, contratan a motoristas sin los papeles en regla, sin chequear sus antecedentes y además, tolerándoles sus vicios. Mientras no haya un compromiso serio de los transportistas para controlar a quienes contratan como conductores, el transporte colectivo seguirá siendo inseguro, por mucho que renueven unidades.
Las autoridades deben castigar con firmeza a los motoristas del transporte colectivo y a todos los conductores en general que manejen bajo influencia de bebidas alcohólicas o drogas, es un problema nacional que merece toda la atención y el rigor de la ley.