Sandra Torres busca este domingo convertirse en la primera mujer presidenta de Guatemala. Es la tercera vez que se postula y sus posiciones políticas han sido una oscilación permanente desde que en 2008 apareció en la escena pública como primera dama del entonces presidente socialdemócrat a Álvaro Colom hasta hoy que se presenta como una abanderada del conservadurismo y el continuismo.

Su rival, Bernardo Arévalo, es un político socialdemócrata, un intelectual de peso, crítico furibundo del llamado “Pacto de corruptos” que él personifica en Torres y el actual presidente Alejandro Giammattei. Este exdiplomático, hijo del expresidente Juan José Arévalo, ofrece combatir la corrupción, dignificar a los indígenas y mejorar las condiciones sociales de los guatemaltecos. Los grupos más conservadores lo han acusado de “comunista” o de ser proaborto y pro matrimonio igualitario.

Lo que sí es cierto es que Arévalo es una sorpresa en la elección guatemalteca. Previo a la primera vuelta no aparecía como favorito para pasar al balotaje, pero sorpresivamente el fuerte voto de la capital lo llevó a la segunda vuelta. Y entonces empezó una persecución fiscal en su contra que lo hicieron víctima del sistema y disparó las preferencias en intención de voto. Según las encuestas, casi duplica la intención de voto sobre Torres.

Los guatemaltecos tienen enormes desafíos encima. Aunque son la economía más grande y sólida del istmo, con la deuda más baja, su desigualdad social y sus profundos problemas de inseguridad, son serios retos para el futuro o futura gobernante. Habrá que ver qué camino escogen nuestros vecinos más cercanos. Esperemos que sea una elección limpia, justa y transparente y que Guatemala siga por la senda del progreso, el desarrollo y encuentre la paz deseada.