La racha de accidentes que vimos la semana pasada nos muestra lo certero que son las advertencias del viceministro de Transporte al respecto de la forma que conducimos en el país y las consecuencias de esa conducta. No son solo automóviles, hay autobuses, camiones, furgones y por supuesto, abundante número de motocicletas.
Precisamente hace unos días el mismo funcionario revelaba que la mitad del casi medio millón de motociclistas que existen en El Salvador carecen de licencia de conducir y por ahí empieza parte del problema en nuestro país. Seamos claros, a mucha gente le importa un pepino las normas más elementales de tránsito y violan la ley con total impunidad, pero los motoclclistas son los verdaderos campeones de esa conducta inapropiada.
A veces pareciera que los motociclistas carecen de amor propio, no se quieran, se lanzan a la calle sin el más mínimo cuidado y sin la más mínima consideración hacia ellos mismos y hacia los demás. Los motociclistas parecen no darse cuenta que ellos mismos son la carrocería de sus motos y que pueden llevarse el peor saldo a la hora de un accidente.
El problema fundamental es que en El Salvador cumplir la ley de tránsito no es prioridad de nadie y a veces pareciera que ni de la propia Policía Nacional Civil encargada de imponer multas y otras medidas coercitivas. Hay que ordenar el tráfico, sí, pero hay que empezar con firmeza con los motociclistas.