Honduras sufrió hace unos días una matanza en una prisión de mujeres en las afueras de Tegucigalpa. Fueron 46 reas las fallecidas en una reyerta en la que tenían hasta armas de fuego para atacarse mutuamente. La matanza es un reflejo de la enorme crisis de seguridad que sufre el país

Tan solo un par de días después, unos sujetos armados llegaron a un salón de billar en las cercanías de San Pedro Sula y dispararon indiscriminadamente contra los presentes asesinando a una docena de personas, esto llevó al gobierno de Xiomara Castro a una declaratoria de toque de queda en esa ciudad y un municipio aledanno. Luego las autoridades hondureñas incautaron un arsenal de fusiles, pistolas y granadas en las operaciones desplegadas en las cárceles habitados por pandilleros.

Estos hechos son una muestra del fracaso del gobierno de Castro y del verdadero poder tras el trono, su esposo, el folclórico expresidente Manuel Zelaya, que han ido de fallo en fallo en este experimento presidencial.

No es lo único en lo que están fracasando. Tienen una crisis energética que ha derivado en apagones con la correspondiente afectación a la industria y el comercio, así como enormes molestias a la ciudadanía. Lo único que han hecho para “solucionarlo” es culpar a los gobiernos anteriores de la crisis, aunque mucha es su responsabilidad por medidas tomadas al inicio del gobierno en 2022.

Es un gobierno cargado de ideología marxistoide que no ha podido lograr consensos con nadie y quiere imponer una agenda impopular y mediocre que están llevando a Honduras a una debacle.