El Banco Central de Reserva reconocía esta semana que el 2022 cerró con un crecimiento de 2.6 % y confirmó que la economía viene en una tendencia de desaceleración, ya que solo en el cuarto trimestre de 2022 la tasa de variación fue de 1.3%. Es una realidad dura para el país y en gran medida es fruto de una cadena de crisis yuxtapuestas a nivel mundial que afectan la economía mundial y la salvadoreña como consecuencia.

En los últimos tres años hemos enfrentado una pandemia mundial, una crisis de contenedores que causó el rompimiento de las cadenas logísticas, luego vino la invasión rusa en Ucrania con su consecuente alza de precios en los hidrocarburos, cereales y agroquímicos, con efectos subsecuentes sobre la inflación. Ahora estamos viendo el endurecimiento de las políticas monetarias de los grandes bancos centrales, en particular de la Reserva Federal de Estados Unidos.

Este “cóctel” de crisis pesó más en la dinámica que factores internos que jugaron “a favor” de la economía, como el mejoramiento de las condiciones de seguridad y la inversión privada, que el año pasado acumuló más de $5,900 millones.

El Banco Central de Reserva reporta crecimiento en 17 de las 19 actividades que componen el PIB, la de mayor crecimiento fue electricidad con un 14.4 %, seguido de servicios profesionales en 9.4 % y construcción en 8.3 %. En tanto, las bajas se observaron en las actividades inmobiliarias con una baja de 0.2 %, industria en 0.5 %, y minas y canteras en 13.9 %.

Pero lo más preocupante es que los escenarios no son alentadores para este año, que ya algunos economistas advierten que debido a la crisis bancaria en Estados Unidos y otros países, eventualmente puede darnos otro fuerte resfriado económico.