La Asamblea Legislativa aprobó el martes la octava prórroga del régimen de excepción. El Gobierno afirma que la medida ha permitido mejorar las condiciones de seguridad del país, incluyendo una sensible disminución de homicidios por lo que deben mantenerse para que no exista un retroceso. El régimen también ha permitido el arresto de más de 57 mil sospechosos de ser parte o colaborar con pandillas.

Hay que recordar que el régimen de excepción se impuso a finales de marzo luego de una ola de homicidios sin precedentes que habrían sido ordenadas por las pandillas. El Gobierno entonces impuso la medida que suspende tres derechos constitucionales.

Y aunque el régimen recibe críticas de organizaciones nacionales e internacionales por detenciones arbitrarias o violaciones de derechos humanos, lo cierto es que cuenta con un apoyo significativo de la población que respalda la medida. ¿Por qué? Porque el nivel de sufrimiento que se tenía con las pandillas, el acoso, las extorsiones, los asesinatos, los robos y asaltos, colmaron la paciencia de la gente afectada. Ciertamente ningún abuso de las fuerzas de seguridad puede ser aceptable y deberían revisarse con serenidad las denuncias, pero hay una realidad y es que las pandillas se habían convertido en un poder fáctico del crimen organizado, intolerable para cualquier Estado.

El objetivo del Estado debe ser acabar con esta amenaza permanente a nuestra sociedad, la situación de seguridad innegablemente ha mejorado, pero está claro que la medida no puede ser permanente y serán necesarias otras estrategias para no volver a la situación previa. Las pandillas son enemigas de la sociedad, de la paz y de la vida de los salvadoreños. Eso no lo debemos olvidar.