La pesadilla establecida en Venezuela con el régimen de Nicolás Maduro ha obligado a millones de venezolanos a huir de su país, a caminar errantes miles de kilómetros por países sudamericanos, o por países centroamericanos y México en busca de nuevas vidas.

En los últimos años, en casi cualquier ciudad latinoamericana y centroamericana, pueden encontrarse venezolanos en situación vulnerable, pidiendo dinero o buscando empleos para conseguir cómo seguir su camino hacia Estados Unidos. Pero el problema es que una nueva medida del gobierno norteamericano impide su ingreso en su territorio para pedir refugio, por lo que ahora el drama es que muchos de ellos quieren volver a su país porque no parecen tener opción en ninguna parte.

La dictadura de Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, destruyeron la economía en la otrora próspera Venezuela, ahuyentaron las inversiones extranjeras, expropiaron empresas de todos los niveles y las volvieron improductivas, dilapidaron los recursos de su inmensa industria petrolera que luego fueron desmantelando debido a que entregaron su manejo a activistas políticos y despidieron al personal técnico.

Junto a la destrucción económica, vino la destrucción del andamiaje institucional y el fin de la democracia, el fin de todas las libertades públicas e individuales, cubanizaron el sistema policial y de seguridad y persiguieron todo tipo de disidencia, obligando a huir a virtualmente todo aquel que pudo salir. Es el resultado de una pesadilla instaurada desde el gobierno y los resultados están a la vista. Lo terrible es que para muchos, Venezuela era el modelo, y claro que lo ha sido, el modelo para destruir un país.