Los chilenos rechazaron abrumadoramente el domingo la propuesta de una nueva constitución que más parecía una colección de cartitas al Niño Dios que una carta fundamental que definiera el rumbo de esa nación sudamericana.

La inmensa mayoría de chilenos votaron en octubre de 2020 por la redacción de una nueva constitución, pero el proyecto presentado se volvió amargamente divisivo y no tenía definiciones claras en aspectos como el sistema político, la propiedad privada ni se establecía un modelo económico para el país. Los chilenos pues, querían una solución para su futuro, pero no cualquier solución y sabiamente han rechazado la propuesta porque carece de consenso social.

El proyecto constitucional provocó una profunda polarización y el involucramiento del presidente Gabriel Boric a favor del mismo causó mayor rechazo de la ciudadanía dada la pérdida de popularidad del mandatario. Además, el proyecto generó incertidumbre respecto a cómo se iba a implementar, con generalidades y pocas definiciones fundamentales.

Los anlistas advierten que el proyecto era sumamente contradictorio, a la hora de definir a Chile como Estado pluriétnico y plurinacional, a la hora de dar más poder al Congreso que al Senado y además ensombrecía la independencia del Poder Judicial. Otros dicen que el proyecto se fue demasiado a la izquierda y rompió con la necesidad de consenso. Además, se ha señalado que la derrota del proyecto es también una derrota de los que propiciaron la violencia política en Chile en los últimos años.

Los chilenos han dado un gran ejemplo de civismo y de sensatez al rechazar este proyecto, habrá que esperar qué camino toman para enderezar sus aspiraciones.