La violencia ha arrancado la vida de gente valiosa a lo largo de todo el territorio nacional durante décadas. Lo más grave ha sido que esos asesinatos han quedado en la más absoluta impunidad y la gente sufre por igual la pérdida de sus seres queridos y el hecho que el crimen quede sin castigo.

Por eso resultó esperanzador conocer ayer la captura de seis sujetos en Cojutepeque, Cuscatlán, que habrían los responsables de asaltar y asesinar a la maestra Aracely Miranda, una persona muy querida en el Complejo Educativo Doctor Pío Romero Bosque, de Oratorio Concepción, donde dedicó a sus estudiantes su amor por la educación.

El crimen ocurrió en mayo del año pasado cuando la maestra había acudido a una institución bancaria en Cojutepeque y mientras ella esperaba sentada frente a un conocido café sobre la 4a calle Poniente, la interceptaron y en los alrededores sólo se escuchó su pedido de ayuda seguido de un disparo. Los criminales huyeron mientras su víctima fallecía.

La misma banda que asesinó a la maestra Miranda también le quitó la vida a un agente de la PNC, en San Juan Nonualco, La Paz. A él también lo atacaron cuando salía de un banco, robándole dinero que acababa de retirar para solventar deudas personales.

De manera que capturar a los integrantes de esa peligrosa banda no es solo un alivio para los habitantes de la zona paracentral sino también un acto de justicia para sus víctimas. Esperemos que en los tribunales se procese a estos delincuentes como lo merecen.

El Salvador debe acabar el ciclo de impunidad que hemos sufrido por décadas, los criminales deben entender que sus actos delincuenciales no quedarán sin castigo.