A nivel nacional e internacional hay profundos problemas que resolver, desafíos que enfrentar y que enredan el futuro próximo y lejano de la humanidad.
La crisis económica mundial, la posibilidad de una nueva recesión sigue siendo una posibilidad latente. Los efectos en El Salvador ya los sentimos de diversas formas: inflación, costos más altos de importación derivados de la crisis de contenedores, bajo crecimiento económico, tasas de interés más altos. Ahí está esa cruda realidad.
Aunque se va disipando progresivamente la amenaza de la pandemia, su sombra de muerte continúa rondándonos. Tan solo la semana pasada hubo diez víctimas en El Salvador y, aunque parece que vamos saliendo de la sexta ola, los contagios se siguen reportando.
Luego tenemos el desafío de la seguridad, este será el año con menos homicidios en varias décadas bajo el enorme costo del régimen de excepción y sus 60 mil detenidos. Lo importante es que esta mejora sea sostenible para que El Salvador sea un referente de paz y seguridad en la región.