Durante décadas vivimos una pesada atmósfera de inseguridad, donde las pandillas hacían y deshacían a su antojo, asesinando, extorsionando, violando, amenazando, asediando comunidades enteras donde se creían dueños de la vida y la muerte de la gente. El extremo de esa situación llegó en marzo cuando asesinaron a docenas de personas en un fin de semana macabro y a partir de ahí se implantó un régimen de excepción.
Desde entonces se han capturado más de 60 mil pandilleros, sospechosos de ser miembros o colaboradores de las bandas criminales. Los índices de homicidio han caído a niveles nunca vistos y ciertamente, hay una percepción de mejora en la seguridad del país. Claro que ha habido problemas también, hubo capturas equivocadas, se han denunciado violaciones de derechos humanos y detenciones arbitrarias. Esa es la realidad, pero la mejora en la seguridad no se puede negar.
Fue un año que también sufrimos otros males. La economía siguió siendo un problema que todos sufrimos. Las consecuencias de la invasión rusa en Ucrania causaron una inflación mundial y el país no se libró de eso. El impacto en el crecimiento también nos ha afectado. El bitcoin no despegó como el gobierno esperaba y el fantasma de la deuda sigue asustando. Para colmo, nos afectó la tormenta Julia. En los tribunales no faltaron procesos por corrupción contra exfuncionarios y el año terminó con la detención de la alcaldesa de Soyapango.
El 2023 vendrá cargado de desafíos pero confiemos que con esfuerzo sabremos enfrentarlos y superarlos. Bendiciones en el Nuevo Año.