La Asamblea Legislativa prorrogó en sus últimas sesiones del año el subsidio al transporte público hasta el 30 de abril de 2024, extendiendo una medida que da una solución temporal al gran desafío y necesidad de un sistema de transporte masivo, seguro, eficiente.

Durante décadas, el subsidio al transporte público, ha sido un derroche fondos públicos en una especie de barril sin fondo. Un alto porcentaje de transportistas no invierten el subsidio ni en el más mínimo mantenimiento de las unidades, muchas de las cuales lucen como verdaderas chatarras y presentan serios problemas mecánicos, ni qué decir de los motoristas que acumulan multas o simplemente carecen de la documentación requerida, con toda la complicidad de los mismos propietarios de las unidades.

Los transportistas deben rendir cuentas del subsidio porque son fondos estatales y las autoridades deben exigirlas rigurosamente.

Pero más allá del subsidio, es necesario que el Estado salvadoreño busque un modelo de transporte masivo, eficiente y seguro, para mejorar la calidad del servicio que se ofrece a la ciudadanía. El objetivo debe ser no solo mejorar la movilidad de la población en el área metropolitana sino también hacerlo de manera segura, rápida y eficaz. Seguramente habrá inversionistas interesados en un proyecto así sin las irregularidades que tuvo el fracasado Sitramss.

Hoy hay tecnologías incluso de combustibles amigables con el medio ambiente que pueden llevar a mejorar el aire que respiramos y que muchas veces se ve contaminado por las emisiones de unidades de transporte obsoletas como las que se usan en el país. Ese es el desafío, más allá del subsidio.