La reciente encuesta de la Universidad Francisco Gavidia confirma el favoritismo enorme que tiene el presidente Nayib Bukele y el oficialismo para ganar las elecciones presidenciales, legislativas y municipales del próximo año.

Pero la encuesta también confirma el fenómeno de una oposición diezmada, disminuida, carente de atractivo para el votante. Y la pregunta es por qué. Claro está que la popularidad del presidente Bukele es un factor importante en esa respuesta, pero el otro factor está en gran medida al interior de los partidos políticos opositores.

En el caso de ARENA y el FMLN, su pasado es un fardo demasiado pesado de cargar. Son marcas desgastadas, con pésima imagen y sus representantes actuales no son lo suficientemente conocidos o carecen del carisma que pueda hacer olvidar a los personajes que tan mal recuerdo evocan. Además, esos dos partidos han sido incapaces de ser oposición sólida, valiente, propositiva. Nunca fueron buenos opositores antes, cuando lo único que hacían era bloquearse mutuamente, y no han podido articularse tampoco ahora porque simplemente dejaron de ser atractivos.

El resto de la oposición todavía es casi desconocida, demasiado pequeña, poco atractiva aunque sobresalgan hombres y mujeres con buenas ideas y buenos discursos, pero que la población no termina de ser convencida por ellos.

Toda sociedad democrática debe tener una oposición sólida, inteligente, sensata, aquí parece que después de lo sucedido en los últimos años ha quedado arrasada y otra parte está en etapa de construcción. Pero está en sus manos intentarlo, la única culpa de su baja intención de voto es de ellos mismos.