La ley del país contempla tener un buen control prenatal, el médico lo aplica para reducir la morbilidad y mortalidad materna y perinatal mediante la detección y el tratamiento temprano de las complicaciones, sus componentes incluyen: identificación de riesgos; prevención y tratamiento de enfermedades relacionadas o concurrentes en el embarazo y educación sanitaria. En El Salvador -a pesar de la buena cobertura del control prenatal- sigue habiendo una deuda pendiente con la calidad del mismo, es decir los números son buenos, pero ¿qué dicen esas mujeres? ¿están satisfechas con los resultados finales?. En términos de calidad hay avances importantes, el lanzamiento por parte del Ministerio de Salud -los documentos sobre “Secreto profesional” y las “Emergencias obstétricas”- proveen un enfoque novedoso de derechos humanos, son una respuesta a una solicitud de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos como resultado de la resolución del caso “Manuela” (mujer condenada a 30 años por una emergencia obstétrica y que falleció estando presa).

Hablando de calidad, con una mezcla de tristeza y alegría, he leído con detalle un estudio científico publicado por connotados profesionales de la salud en la prestigiosa revista Americana de Ginecologia y Obstetricia (AJOG ) y que contó con el apoyo de la Universidad de Harvard. Se titula “Morbilidad materna bajo una prohibición absoluta del aborto: datos de una serie de casos de 6 años de malformaciones fetales fatales en El Salvador”. Me da mucha alegría por un lado ya que es sumamente difícil publicar en una revista tan prestigiosas y únicamente estudios con alta calidad científica son aceptados; la tristeza me la imprime los penosos resultados que nos dejan en lo que en realidad somos: una vergüenza como médicos en el área científica y de derechos humanos.

En resumen, el estudio es el análisis de 239 casos de mujeres a quienes se les detectó malformaciones fetales durante el control prenatal y que por su severidad los fetos no sobrevivirían luego de nacer (fetos inviables). Aclarando que había “cero” posibilidad de vida para su hijo/a, no se les permitió interrumpir sus embarazos y aun en contra de la voluntad, fueron obligadas a llevar sus embarazos adelante, muchas de ellas hasta los nueve meses de gestación. Algunos podrían preguntarse “bueno, ¿y qué puede tener de malo eso?”. Los resultados de la investigación responden de alguna manera a esta pregunta. Cerca de 7 de cada 10 mujeres tuvieron una complicación grave en su salud por continuar su embarazo, hemorragias, hipertensión severa, traumas físicos por nacimientos complicados, incluso fueron sometidas a procedimientos innecesarios como cesáreas (para extraer un feto inviable) o punciones repetidas del abdomen para sacar exceso líquido amniótico anormalmente producido por el feto.

El estudio muestra contradicciones clínicas absurdas como no poder interrumpir un embarazo de forma temprana, pero si es posible extraer un feto a los nueve meses por vía vaginal traumatizado, entregarlo muerto e incluso mutilado, ¿qué sentido tiene entonces el control prenatal si hemos identificado el riesgo y no hacemos nada para prevenir el daño?. En estos casos no es más que un placebo que cumple metas de la cobertura en salud.

Podemos también imaginar el impacto emocional en estas mujeres que fueron obligadas a tener un parto o una cesárea de un producto muerto o que morirá al nacer ¿hay alguna duda que es esto una tortura?. En otro análisis los autores brindarán mas información sobre el efecto en la salud mental de la mujer.

Recuerdo con dolor la voces de mujeres con fetos anencefálos quienes durante los controles prenatales decían: “Doctor, por favor sáquemelo ya, a mi familia y amigos no les he contado, me quieren hacer un baby shower el fin de semana“. “Doctor, no sabe lo triste que es sentir que se mueve y saber que va a morir al nacer“. “Doctor, Ayúdeme a iniciar mi duelo lo antes posible“.

Muchas veces me he preguntado que si estos fetos que se mal forman en el vientre e inevitablemente están destinados a morir, tuviesen la posibilidad de pensar y también sentir, ¿cuantos desearían que le pase algo malo a su madre?. En este improbable escenario, imagino frases como: “ya no pueden hacer ya nada por mí, el destino ya decidió, hagan algo por mi madre, no nos hagan sufrir más”.