Las luces de alarma por el uso legal de criptomonedas, cuya volatilidad es harto conocida, fueron encendidas oportunamente, no por sectores opuestos a la política variopinta de la administración Bukele, sino por las calificadoras internacionales de riesgos como Moody’s, Fitch, Standard & Poors y varias más, cuyos análisis sobre la incierta colocación de bonos con estas monedas en los mercados bursátiles o bolsas de valores, no gozan de un amplio respaldo como el dólar americano, la libra esterlina, el marco alemán, etc.
Realmente nos asombra que estas voces de alerta, muy respetables y de gran experiencia, no hayan encontrado eco en el gabinete económico del presidente Bukele, sino que, a contrario sensu, se ha volcado en desmentir esas afirmaciones técnicas, contradecirlas y hasta casi repudiarlas, trayendo como respaldo de su obstinación “bitcoinera”, a un impulsor multimillonario de criptomonedas desde China quien, lógicamente, no iba a expresarse negativamente de su principal fuente de ingresos. Poco faltó para que lo presentaran como un moderno Rey Midas, el mítico personaje griego que convertía en oro todo lo que tocaba, pero que murió de hambre, porque hasta sus alimentos se le hacían pepitas doradas...
Ante estas condiciones negativas, senadores estadounidenses, tanto republicanos como demócratas, que conforman el poderoso Comité de Relaciones Exteriores de aquel órgano legislativo de los Estados Unidos de América, aprobaron en forma unánime, la específica “Ley de Responsabilidad por las Criptomonedas en El Salvador” (ACES por sus siglas en inglés), que será, de ahora en adelante, el marco legal para investigar lo que hemos venido desarrollando a grandes pasos en esta columna y como lo sabemos los abogados, una investigación senatorial de la mayor potencia mundial, no se reduce a recomendaciones y sugerencias, sino a la toma de medidas y decisiones que, tarde o temprano, incidirán en el panorama financiero salvadoreño, en un momento muy difícil, casi catastrófico, para el mundo entero, tal como lo expusimos, a grandes rasgos, en fecha muy reciente y por este importante medio. Pero, ¿qué respondió de inmediato el presidente Bukele en su cuenta de Twitter? Una frase nada seria, sin formalidad, ni adecuada para una decisión de tal magnitud e importancia, la cual repetimos textualmente: “Nunca en mis sueños más locos, hubiera pensado que el gobierno de los Estados Unidos tendría miedo de lo que estamos haciendo en El Salvador”. Dejo al criterio de los amables lectores, hacer sus propias deducciones o juicios al respecto.
Repito: la carretera diplomática de nuevo se torna tortuosa, con alardes de autosuficiencia y nada amigables por parte de quien detenta el poder estatal, cuya misión esencial es el mantenimiento de la paz interna y conservar buenas relaciones del país con otras naciones. Junto a estas ideas, aunque suene trillado, no debemos olvidar que millones de nuestros compatriotas residen, estudian o trabajan en diversos lugares de los Estados Unidos de América, nación tradicionalmente amiga de El Salvador y primera en socorrernos cuando hemos padecido los embates de nuestra caprichosa naturaleza volcánica, etc.
Hacemos un llamado fraterno y patriótico al actual gobernante nuestro, para que rectifique, muy a tiempo, por lo menos en su trato interlocutorio con los senadores estadounidenses. Hay más fundamento razonable en este sentido, que pasajeros caprichos emocionales, surgidos desde el sillón temporal de la Presidencia...