Encendí la computadora, dispuesto a sacar del baúl de los recuerdos algunas historias de entre mis contados encuentros con Apolinario Serrano. “Polín”, el siempre presente en la memoria personal. También en la historia nacional, ¿por qué no? Si vamos a hablar con justeza de esta y de sus próceres habría que apartarle un sitial en la misma al campesino, celebrador de la palabra y revolucionario hasta la muerte. Sí, ¡hasta la muerte! Porque el 29 de septiembre de 1979, hace 45 años, fue emboscado y masacrado por militares cuando viajaba con Patricia Puertas, José López y Félix García. La “Ticha”, “Chepe”, Félix ‒sobrino del beato Rutilio Grande‒ y “Polín” ofrendaron su existencia siendo dirigentes de la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS) y de la Federación de Trabajadores del Campo (FTC); la primera y la Unión de Trabajadores del Campo (UTC)eran la yunta de este sector, dentro del Bloque Popular Revolucionario (BPR).

¡Tiempos recios!, escribió el peruano Vargas Llosa; tiempos de locura, el salvadoreño Menjívar Ochoa. Tiempos, en fin, de chafarotes necios trepados en una dictadura desmontada tras la guerra desatada después de haber empujado al pueblo a levantarse en armas. El aporte de “Polín” fue decisivo para su organización previo al conflicto bélico ‒iniciado en enero de 1981‒ entre un ejército armado y respaldado por la entonces recién inaugurada administración Reagan en la Casa Blanca y el incipiente ejército insurgente, también secundado por ayudas foráneas. ¿Quiénes dieron más? Mi opinión y la de bastante gente es que, por mucho, el respaldo gringo fue descomunalmente más “generoso”.

Pero a estas alturas de la historia, a final de cuentas fueron patriotas como la “Ticha”, “Chepe”, Félix y “Polín” quienes más dieron. Aparte de sus valiosas vidas, se entregaron con incondicional decisión a una causa: la de la justa reivindicación de las legítimas demandas populares.

De las ocasiones que estuve con “Polín”, recuerdo tres durante el año que lo ejecutaron. La primera tuvo lugar una noche, en una fábrica tomada por sus trabajadoras y trabajadores en huelga; ahí descubrí en acción al líder “chispa” que se había ganado a pulso el cariño de la militancia del BPR, con su capacidad política y su simpatía natural. La segunda fue el 1 de mayo, cuando en el centro capitalino nos encontramos en el Parque San José; caminamos unas cuantas cuadras hasta llegar al Parque Libertad, adonde se encontraba concentrada la multitud esperando ansiosa su intervención.

Unas horas antes habían capturado a Facundo Guardado, secretario general del BPR, y a un cabecilla estudiantil en la universidad jesuita: Ricardo Mena. Este par se agregó a dos líderes campesinos, Numas Escobar y Marciano Meléndez, junto al querido Óscar López quien era secretario general de la entrañable UPT: la Unión de Pobladores de Tugurios. De estos tres, ninguno apareció ni vivo ni muerto. Terminado el mitin, acompañé a “Polín” hasta el mismo sitio donde lo encontré y unos camaradas se lo llevaran con rumbo desconocido. Una semana después, en las gradas de la Catedral metropolitana corrió la sangre de su pueblo e iniciaron las jornadas de lucha que concluyeron con la libertad de Facundo y Ricardo, únicamente.

Igual acompañé a “Polín” desde la Universidad de El Salvador hasta el lugar donde lo esperaba su seguridad, como ocurrió en mayo. Se había celebrado el congreso del BPR, en el que Facundo entregó la estafeta de su secretaría general a otro querido dirigente campesino: “Juancito” Chacón, secuestrado y torturado en la tenebrosa Policía de Hacienda para después aparecer ejecutado con cinco dirigentes más del Frente Democrático Revolucionario. Entre estos estaba Enrique Álvarez Córdova, cuyo familia era cafetalera; a diferencia de aquel, este pasó de ser oligarca de derecha a dirigente de izquierda. No fue ningún mitómano, oportunista y trepador

¿Valió la pena tanto sacrificio? ¡Claro que sí! Independientemente de las cagadas de los partidos ARENA y FMLN, más graves y lamentables las de la dirigencia del segundo, no hay duda de que sí.Conocimos el camino trazado por el pasado mal y descubrimos cuál fue su final; pero también descubrimos la senda que debemos retomar para enfrentar al mal actual: la de la organización y la lucha popular. Que hoy no se puede, dicen; que la gente está dormida y al despertar lo único que quiere es huir de esta realidad; que.... Pues retomemos la inteligente creatividad de “Polín”, quien supo analizar el momento y canalizar el descontento que ‒como recurrentemente ocurre en este paisito‒ volverá explosivo. La lista de reclamos crece sin parar. Por ello, como cantó Jorge ‒el “Viejo”‒ Palencia veremos marchar otra vez al “obrero con las manos campesinas”, al magisterio, al personal de salud, al estudiantado y demás pueblo reclamando el respeto de su dignidad hoy ultrajada.