Tenemos que eliminar, por tanto, barreras entre nosotros. Indudablemente, siempre es más valioso tener la compostura de las grandezas que la postura de admiración hacia alguien, lo que nos exige ser capaz de olvidar las ofensas. En consecuencia, ante cualquiera de los avances que se produzcan con la exploración y la utilización del espacio, han de ir acompañados por progresos similares en los dominios de la moral, del derecho y del espíritu cooperante. Por eso, es vital que se haya declarado una semana mundial en este sentido; puesto que todo nos afecta a todos, lo que requiere análisis de la situación, en concreto de las contribuciones de la ciencia y la tecnología cósmica al mejoramiento de la condición humana. Precisamente este año, se potenciará el emprendimiento, ofreciendo a las empresas la oportunidad de contratar a la fuerza laboral necesaria para el creciente comercio de la industria espacial. No olvidemos que, la transición de órbita será saludable, en la medida que consideremos el bien colectivo y nos pongamos al servicio de la concordia.
Todo esto ya lo sabemos, sin embargo solemos caer en una explotación abusiva y los beneficios casi siempre recaen en los privilegiados. De ahí, la importancia de prevenir el uso de armas de dominios y tecnologías emergentes, promoviendo una innovación responsable. Precisamente, no hace mucho el titular de la ONU, presentaba una nueva visión de la paz en un mundo multipolar complejo, subrayando una moderna agenda conciliadora, con propuestas detalladas para que los Estados miembros aborden la extensión de las contrariedades al ciberespacio. No cabe duda, que hace falta un mayor fortalecimiento de la gobernanza internacional, forjándola más representativa y democrática en sus procedimientos. Únicamente de este modo, las diversas áreas existenciales, incluida la era astronómica, avanzará en el orden y no en la confusión y en la rivalidad. Utilizar en favor de unos pocos la exploración del espacio extra atmosférico, nos llevará al caos y a la tensión de las contiendas permanentes, cuando lo importante es trabajar a la vez por la promoción del ser humano, sin exclusiones, por la justicia y por la paz.
En cualquier caso, sí que podemos salvar el planeta desde las alturas. Probablemente, a partir de ese horizonte sideral, se divisen mejor las variadas superficies vivientes y podremos crear tecnologías que puedan ayudarnos en cuestiones de sostenibilidad terrestre. Seguramente, entonces, también nos daremos cuenta de que el respeto a la vida es un alcance más, fundamento de cualquier otro derecho, incluido el de la libertad. En demasiadas ocasiones tenemos, por consiguiente, más necesidad de recogimiento que de pan. Es cuestión de repensar sobre los caminos recorridos hasta ahora y los que nos quedan pendientes de transitar. A poco que nos adentremos en nosotros mismos, observaremos que nuestra pasividad ante realidades que nos dejan sin territorio y sin voz, no tienen sentido alguno. Tenemos que despertar, con el tacto de la bondad y la estima universal. Sabemos ahora que los activos espaciales son herramientas poderosas para la investigación climática, la ciencia y la acción; pero, para ello, necesitamos amarrarnos el timón de la savia a las cuerdas del amor y a los aires de la tolerancia.